BILBAO. El escultor Ramón Carrera falleció ayer en el hospital de Cruces, donde estaba ingresado, a la edad de 77 años. Carrera, uno de los creadores del grupo Emen, nació en Madrid en 1935, pero ya con 8 años se trasladó a Euskadi donde se centró su trayectoria profesional y vital. En el año 1953 recibió el primer premio de modelado de la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao y en 1959 realizó su primera exposición, Dos pintores y un escultor, en la Asociación Artística Vizcaína. Un año después se trasladó a París, para regresar a Bilbao en 1964.

Participó en 1966 en la fundación del Grupo Emen, junto a artistas como Agustín Ibarrola, Mari Dapena y Vicente Larrea. Este grupo de investigación trabajó para enmarcarse en las nuevas tendencias artísticas del momento, lo que no era tarea fácil en las circunstancias políticas de la dictadura, nada proclive a la apertura a nuevos espacios creativos.

Carrera participó durante esos años en diferentes muestras de relevancia estatal e internacional, a la vez que promovió novedosos espacios de arte y socialización. Su primera individual tuvo lugar en la galería Mikeldi de Bilbao en 1972, a la que sucedieron muestras de escultura en un buen número de espacios expositivos del País Vasco. Entre 1981 y 1985 fue profesor de escultura de la Facultad de Bellas Artes de Bilbao.

Una de las últimas exposiciones que ha realizado fue en 2011 en el Museo Euskal Herria de Gernika, organizada por la Diputación Foral de Bizkaia y comisariada por Xabier Sáenz de Gorbea. La muestra, titulada Ramón Carreraren Gernika, se enmarcó en el ciclo de exposiciones realizadas en esta entidad museística en torno al bombardeo sufrido por la villa foral. La exposición estuvo compuesta por 16 piezas (cinco esculturas, diez collages y una fotografía) fechadas entre 1970 y 2008, que representaban un conjunto de experiencias de su autor, realizadas en diferentes materiales, que destacaban por el tratamiento informal y expresionista de la materia.

Precisamente el comisario y crítico de arte, Xabier Sáenz del Gorbea definía así su obra: "Ramón Carrera trabajó telúricamente desde el conocimiento del oficio y los materiales. Pero al mismo tiempo tuvo una sensibilidad ensoñadora que le permitió dotar a la inerte materia de la humana huella del paso del tiempo. Una obra rica y plural, compleja e impactante".

Aunque su obra no es demasiado conocida socialmente, sin embargo "para el mundo del arte representa un importante referente de lucidez y de alucinación al mismo tiempo. La escultura vasca es prolífica en grandes autores, pero los nombres de Jorge Oteiza y Eduardo Chillida no han impedido la proyección ni el aliento de creadores como Néstor Basterretxe, Remigio Mendiburu o Ramón Carrera", describe Sáenz de Gorbea.