Conviviendo con patinetes eléctricos
Hace unos días, en Madrid, escuché a un conjunto de personas manifestarse junto a su patinete eléctrico. Tras lograr identificarlos, descubrí que eran de la Asociación de Usuarios de Vehículos de Movilidad Personal (AUVMP). Reclamaban que se retirara una nueva ordenanza de la ciudad que quiere tipificar estos como vehículos de movilidad urbana tipo A. Esto, en la práctica, se traduce en un límite de velocidad de 20 kilómetros a la hora, regulación de zonas donde poder circular y aparcar y la prohibición de manejarlos con auriculares.
A falta de una normativa de ámbito estatal, está siendo cada ciudad la que establece la suya propia. Diferentes realidades, pero todas comparten su preocupación por el fenómeno de llegada de estos vehículos a las ciudades. Quizás tengan presente lo que ocurrió en San Francisco. Con una postura muy americana, algunas ciudades decidieron no sacar ordenanza ni normativa alguna. El resultado fue nefasto: las aceras y carreteras se llenaron de estos patinetes, y la gente se cansó del desorden.
Es normal que su llegada a las ciudades está provocando problemas de convivencia. Especialmente con peatones y comerciantes. La ambigüedad normativa no suele ayudar. En Barcelona se les prohibió circular por las aceras y obligó a hacerlo por el carril bici allí donde éstos estuvieran. Los ciclistas comenzaron a quejarse por el caos que esto les generaría. Valencia, Gasteiz, Zaragoza, Málaga, Cáceres, Granada y Bilbao, han trabajado o trabajan en normativas en la misma línea.
La realidad que subyace es que las ciudades están transformando muy rápido su movilidad. Cuando hace más de 100 años apareció el vehículo de motor, las calles cambiaron, ensanchando los carriles y recortando las aceras. El movimiento actual, aunque lento en su paso, parece estar revirtiendo esto. Pensemos en ciudades que tienen un sistema ferroviario o de autobús medianamente importante. En una época en la que el centro de las ciudades comienza a saturarse económica y humanamente (aspectos que suelen ir de la mano), esas personas que deben desplazarse desde barrios periféricos, pueden encontrar en este medio una solución. Su coste además los hace realmente populares: en EE.UU., se pueden alquilar por céntimos de dólar el minuto.
Por todo ello, las ventas de estos velocípedos no paran de crecer. Y también, los servicios alrededor. A Madrid, llegó este verano Lime. Una compañía que originó el “boom del patinete” en San Francisco. Funciona de manera no muy diferente a una red de bicicletas pública: poder contratar por minutos su alquiler a través de una aplicación. No es la única: en EE.UU. han nacido Bird, Skip, Scoot, o Spin, que pudieran ser el próximo Uber de este sector. Están resolviendo una necesidad latente: alternativas al coche para trayectos cortos. Por todo ello, los inversores rápidamente han entendido que estamos ante un vehículo que pudiera cambiar el transporte urbano. Que es, a todos los efectos, uno de los mayores retos que tenemos la humanidad en este siglo XXI.
Que lleguen a nuestras calles, nos introduce nuevas reflexiones. Por ejemplo a nivel de seguros. ¿Serán necesarios? No hay datos relevantes sobre la experiencia de EE.UU., pero sí se percibe un aumento de los accidentes y por lo tanto de las lesiones. ¿Habrá ITV de estos vehículos? ¿Tendrán sus propias señales de tráfico? Dado que el cuerpo queda totalmente expuesto a las lesiones, ¿cuáles serán los objetos de protección? ¿Tendrán bonificaciones por lo mucho que aportan al medio ambiente y la sostenibilidad?
Para que realmente se conviertan en una alternativa en situaciones como la descrita, la ciudadanía debe percibirlo como un medio seguro. Y las autoridades prever lo que parece empieza a ser una tendencia. Los carriles dedicados (conviviendo o no con bicicletas) son necesarios y lo que la evidencia de otras ciudades ha demostrado es la mejor alternativa.
Usted, estimado lector, suele andar a una media de 5 kilómetros a la hora. Estos patinetes te ofrecen entre 20 y 30 kilómetros a la hora. ¿Merecerá la pena invertir entre 200 y 800 euros en un vehículo así en nuestras ciudades?