Londres. Cámaras y fotógrafos se frotan las manos: el príncipe Guillermo y su prometida, Kate Middleton, han elegido para su boda un marco de ensueño. El 29 de abril se darán el "sí, quiero", ante el altar de la histórica abadía de Westminster, en el corazón de Londres. ¿Por qué? Para que todo el mundo pueda celebrar con ellos ese viernes, que será declarado fiesta nacional en Inglaterra y Gales. Escocia todavía no ha tomado una decisión. "Sabemos que todo el mundo estará pendiente el 29 de abril, y la pareja es consciente de que el espectáculo debe ser un clásico ejemplo de lo que mejor sabe hacer Reino Unido", dijo a la BBC el secretario privado de Guillermo, Jamie Lowther-Pinkington. Ese día será "una verdadera fiesta para la nación y el reino", agregó.

Los dos jóvenes, de 28 años, anunciaron su compromiso la semana pasada, pero aún no se conocían los detalles. "El príncipe Guillermo y Catherine han dejado muy claro que quieren que todo el mundo pueda disfrutar de ese día con ellos", dijo el secretario en nombre del nieto de Isabel II. Catherine es como quiere ser llamada a partir de ahora la futura princesa, después de que durante su largo noviazgo con el príncipe los medios y la opinión pública hablaran siempre de Kate o Katie. Los costes del acontecimiento, que ascenderán a varios millones de libras, correrán principalmente a cargo de la familia real. No obstante, los padres de la novia también han manifestado su intención de contribuir.

El lugar elegido para el enlace no podría estar más cargado de simbolismo. En la abadía de Westminster contrajeron matrimonio la abuela de Guillermo, la reina Isabel II, y el duque Felipe de Edimburgo. Y pese a las salidas de tono de éste, la pareja continúa junta desde 1947. Con todo, para el número dos en la línea de sucesión al trono, la abadía también está ligada a un doloroso recuerdo: en septiembre de 1997 Guillermo entró tras el ataúd con los restos de su madre en esta milenaria catedral. Diana había fallecido en París, debido a un accidente de tráfico. Por otro lado, a los británicos les viene de perlas que Guillermo y Kate hayan elegido casarse en primavera. Como el día festivo del inicio de estación se pierde al coincidir con Semana Santa, este día de fiesta nacional les permitirá sumarse a los centenares de invitados y contemplar a los novios por las calles. Además, millones de telespectadores contemplarán en las pequeñas pantallas de todo el mundo el mayor acontecimiento real británico desde la boda de Carlos y Diana. Finalmente, el enlace tendrá lugar poco más de una semana después del 85 cumpleaños de la reina y Guillermo y Kate se adelantan a la otra boda real del año, la del príncipe Alberto II de Mónaco y Charlene Wittstock, que se celebrará el 2 de julio. Y es que a la hora de buscar fecha, la agenda de la aristocracia ha desempeñado un considerable papel ya que, junto a muchos jefes de Estado y Gobierno de todo el mundo, se espera que también acuda a Londres gran parte de la nobleza del continente.

Por otra parte, el obispo de la Iglesia anglicana Peter Broadbent fue destituido ayer por sus "comentarios profundamente ofensivos" sobre el futuro matrimonio del príncipe, al que auguró no más de siete años de duración. Así lo anunció el obispo de Londres, Richard Chartres, quien declaró estar "horrorizado" por las afirmaciones vertidas por Broadbent en su página de Facebook.