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Rincones perdidos en la memoria

El elegante paraninfo de la Universidad de Deusto, de la boda al estudio

Se fundó en aquel trepidante 1886, un año de despegue en diversos ámbitos de la ciudad, con rica ornamentación, pinturas, artesonados y aquellas lámparas modernistas

El elegante paraninfo de la Universidad de Deusto, de la boda al estudioMARKEL FERNÁNDEZ

SI esta crónica sobre el corazón de la Universidad de Deusto, su paraninfo, fuese apoyada con una banda sonora sería con el tan clásico Gaudeamus Igitur, en realidad un canto a la juventud por mucho que las universidades de medio mundo asienten sus reales en piedras de notable antigüedad. Se trata de una canción universitaria estudiantil de autor anónimo. En realidad se titulaba De brevitate vitae (‘Sobre la brevedad de la vida’) y se cantó inicialmente en universidades alemanas a mediados del siglo XVIII. Aunque su letra es poco académica, la mayoría de las universidades europeas la suelen tomar como himno propio, entonándola en las grandes solemnidades académicas; no obstante, muchos coros interpretan solamente algunas estrofas.

Nadie conoce el origen exacto ni el nombre del compositor. Se cree que la música es de Johann Christian Günther (1717) y fue reescrita en 1781 por Christian Wilhelm Kindleben (Berlín, 1748-Dresde, 1785), teólogo evangélico. Existe otro himno universitario, mucho menos conocido, Veni Creator, de contenido más religioso.

Entremos ya en harina (o en clases e investigaciones de primera hora, si me lo permiten decir así...), fijándonos en sus raíces etimológicas y su evolución. En sus orígenes, paraninfo significa “el que va junto a la novia” o “padrino de boda”. Para llegar a la acepción más usada en la actualidad, “salón de actos de algunas universidades”, fue preciso pasar antes por otras dos.

Primero, el término se aplicó, por extensión, a todo aquel que comunicara una buena noticia, se tratara o no de una boda. Después se reservó para el encargado de anunciar solemnemente el comienzo del curso universitario “estimulando al estudio con una oración retórica”, según el último diccionario académico. Por fin, este paraninfo mutante cedió su nombre al recinto en que pronunciaba su discurso.

Sitúese quien me acompaña en 1886, un año prodigioso para Bilbao, habida cuenta que en medio de la efervescencia de la ciudad se fundaron la Cámara de Comercio, Industria y Navegación, la Sociedad Coral de Bilbao y, como podrán intuir, la Universidad de Deusto, con su hermoso y elegante paraninfo. Es ahí donde tienen lugar los actos académicos, como las aperturas de curso, las investiduras de nuevos graduados y otras actividades científicas y culturales, como congresos, conferencias o representaciones teatrales, entre otras. Tiene un aforo para más de 500 personas, ubicado en el edificio más antiguo de los que componen el conjunto del campus de la Universidad de Deusto, y un porte palaciego.

Todo un despliegue en planta rectangular, donde el paraninfo se ve envuelto por tribunas enlazadas mediante escaleras helicoidales ubicadas en los ángulos posteriores. Los materiales son de fundición y de madera policromada. Las lámparas, de estilo modernista, se instalaron cuando la luz eléctrica llegó a la Universidad, en el curso 1896-97.

La decoración es una fiel representación del gusto de la época y, en este caso, una proclama de los intereses prioritarios para la educación que se impartía en el centro: una especie de visión y de propósitos englobados en la definición del lugar. En un letrero, en el testero bajo un gran cuadro de La Inmaculada de El Escorial —una copia del clásico de Murillo, por ser precisos...—, se pregona el espíritu del lugar que se visita: “Sedes Sapientiae”.

Debajo aparece una gran copia del cuadro La apoteosis de Santo Tomás de Aquino, de Francisco de Zurbarán, preside la sala como patrono de la Universidad y de la Facultad de Teología, junto a dos bustos de santos estudiantes jesuitas: Luis Gonzaga (en honor a los estudios de Filosofía) y Juan Berchmans (para recordar los estudios de Humanidades), ambos expuestos en peanas marmoleadas. La cabecera del Paraninfo se remata con dos largas inscripciones con plegarias.

Se asombra el visitante cada vez que pisa semejante espacio. Cuentan desde la propia universidad que la decoración pictórica del techo es fruto de un estudiado proyecto de composición en tres escenas narrativas principales, rodeadas de figuras alegóricas relacionadas con el mundo del conocimiento. De acuerdo con los gustos de la época, se trata de un conjunto en la línea del neorrenacentismo, un estilo bastante arraigado en el cambio de los siglos XIX-XX.

El panel central ofrece una representación del Cielo y la Tierra. En este, la parte baja muestra a una serie de mortales como Murillo, Colón, el Padre Granada y el Padre Suárez; mediando entre ellos y el cielo se encuentran los Santos Doctores: San Agustín, Santa Catalina, San Isidoro y Santa Teresa de Jesús. Finalmente, en el cielo, encontramos a la Virgen y a la Santísima Trinidad. Los carteles que enmarcan el conjunto hacen alusión a la Lógica, la Jurisprudencia Civil, las Letras Humanas, la Retórica y las Bellas Artes. Cuestiones, todas ellas, que nacen del espíritu académico, plástico y religioso.

La parte trasera del Paraninfo está presidida por tres grandes vidrieras que, al mediodía, si el día es soleado, filtran un brillo dorado que baña los techos, creando un juego de luces y colores de gran intensidad.

La vidriera central recoge elementos del escudo de la Santa Sede, y en las otras dos figuran los escudos de Loyola y de la Universidad de Deusto. Su posición frontal al estrado donde las autoridades académicas presiden los actos conforma un conjunto escenográfico muy significativo. Digno de ver.