Ya desde sus orígenes le rodeó la polémica, habida cuenta que la conocida como casa Lezama-Leguizamón se construyó en medio de una fuerte discusión en Bilbao, puesto que el hermoso edificio edificado por Ricardo Bastida ocupaba terrenos, propiedad del parque de Doña Casilda Iturrizar, un solar cuya gestión levantó polvareda. Finalizada en 1920, la casa Lezaman-Leguizamon es una muestra de la incursión del arquitecto bilbaino Ricardo Bastida en el ámbito de la vivienda para la gran burguesía, en colaboración con José María Basterra. El edificio viene a representar la vocación decididamente burguesa y de vivienda de alto nivel de la Gran Vía en este tramo, a partir de la Plaza Moyúa, en detrimento de la función claramente económica y financiera del primer tramo de la calle. Se trata de un amplio edificio exento, ubicado en el último tramo de la Gran Vía, una tierra sobre la que se fue aposentando el alto lujo. Si uno quiere cerrar el paréntesis de las discusiones, diremos que no pocos vecinos de esta fabulosa construcción entraron en litigio, a finales de la primera década del siglo XXI, con la práctica del baloncesto callejero (el street basket, si quieren decirlo a las maneras actuales...) a sus pies.
Su edificación, como les insinué, es un ejemplo del afán de la burguesía bilbaina por construir viviendas colectivas en el nuevo ensanche que surge en las primeras décadas del siglo XX. La monumentalidad, las reminiscencias renacentistas y barrocas, las torres en esquina, etc. son algunos de los elementos que reflejan el poder económico de estas clases altas.
Según detalla la información de Bilbaopedia, (...) llama la atención el aspecto formal muy declamatorio (monumentalidad, reminiscencias renacentistas y barrocas, torreones en las esquinas, órdenes gigantes, portaladas e impostas). Pero además los arquitectos autores ponen su atención en conseguir calidad en la habitabilidad de las viviendas, dotando de iluminación y ventilación naturales a todas sus dependencias, aspectos muy cuidados por Bastida en otras realizaciones de tipología educativa (colegios y escuelas).”
Si se quiere mirar más al detalle, escuchemos a la gente vinculada a la arquitectura. Dicen algo así como que se eleva sobre una planta rectangular cuyos ángulos están ocupados por grandes cuerpos semicirculares, rematados en torres que destacan en altura sobre el conjunto. Consta de semisótano y siete alturas, la última de ellas retranqueada. Se divide en dos partes desiguales: la mayor de ellas se corresponde con el número 60 de la Gran Vía, dispone de una escalera principal y otra de servicio, y dos grandes patios interiores; la menor, el número 58, dispone asimismo de escaleras principal y de servicio, y por el contrario, de un solo patio de características similares. Cada una de las partes conserva sus espacios de distribución interior y elementos de comunicación vertical tal como fueron diseñados, con todo su rico repertorio decorativo; que en coherencia con el aspecto exterior, hacen referencia a lenguajes clasicistas. En alzado, muestra una estructura clásica de tres cuerpos. El cuerpo bajo consta de zócalo en diferente material y dos niveles de vanos de diseño sencillo. El cuerpo principal abarca tres alturas, con la primera destacada como piso principal por la balaustrada pétrea continua que rodea el edificio en todo su perímetro. Este cuerpo está rematado por una gruesa cornisa de ligero vuelo, que lo separa del cuerpo superior. A este último corresponden las plantas sexta, donde se abre una sucesión de arcadas de gran luz y diseño acarpanelado, y séptima, donde se formaliza el remate de los alzados con cuerpos en forma de torre en los ángulos y en las fachadas.
Del conjunto destacan: la percepción de una composición unitaria y los remates de las cuatro torres, de planta circular, con remate de gruesa balaustrada pétrea interrumpida por motivos con remate de jarrón por encima de una gruesa cornisa apoyada en sucesión de ménsulas. Los vanos de la planta baja, presentan un diseño sencillo en todos los casos, adintelado y con diferente ritmo en la fachada lateral y la posterior.
¿Acaso no había hablado de un edificio rodeado de riñas y disputas...? En torno a la Guerra Civil vivió otro episodio de arrebato. No por nada, el inmueble fue sede del departamento aproximadamente entre finales de octubre o principios de noviembre de 1936 hasta mediados de junio de 1937. Al frente del mismo estaba el político de Izquierda Republicana Ramón María Aldasoro Galarza. El gobierno expropió todos los bienes del propietario Manuel Lezama Leguizamón y Zuazola y de otros miembros de su familia. La expropiación legal se realizó en marzo y mayo de 1937. Antes de llevar a cabo la incautación y posterior expropiación se inventarió y catalogó todo el patrimonio que había en el edificio.
Fue uno de los once edificios emblemáticos de Bilbao que fueron utilizados como sedes de diferentes ramas del Gobierno vasco durante la guerra. Se suma así al Villa Mena, la Sociedad Bilbaina, el Banco de Comercio, el Palacio Ibaigane, el Palacio Escauriaza, la Naviera Sota-Aznar, la Equitativa, el Hotel Carlton, el chalet Estraunza y el edificio Chávarri, toda una alineación en la guerra.