Cuenta la leyenda, con visos de verdad pura, que compitió con más de cien voces y se impuso a ellas casi a contracorriente. Su aparición a la vista del gran público, allá a mediados de los años ochenta, fue todo un shock, inesperada. Ana Bejerano tan distante a la imagen que proyectaba Amaya Uranga, fue la voz elegida para sustituirla en Mocedades, a ella, a la gran Amaya, a la voz de las voces. Con una imagen propia de la época y una mirada de apariencia tímida hubo mucha gente que dijo de primeras no.

Pronto pasó el arrebato. No en vano, en según qué días recordaba a Ella Fitzgerald, y en según qué otros a Billie Holiday, pero siempre con un carácter propio y personal. Un compás, otro y uno más y rápido fue elogiada por su voz de soprano, capaz de adaptarse lo mismo a un tema acústico o uno pop que encaramarse en una big band de jazz. Era un todoterreno. La música le corría por las venas, le nacía de las entrañas, esas mismas que le costarían la vida pronto, muy pronto. Apenas con sesenta años.

Para entonces ya había cuajado una carrera musical extraordinaria pero, como les dije, Ana Bejerano se incorporó como solista en 1984, con apenas 24 años, en sustitución de la legendaria Amaya Uranga. Desde que esta anunciara su retirada voluntaria en octubre de 1983, más de un centenar de jóvenes cantantes habían realizado sin éxito la prueba para sucederla.

“La voz de Ana aseguró nuestra continuidad tras la marcha de Amaya, fue imprescindible para Mocedades”, recordó, en los días de la muerte de Ana, Javier Garay, último de los denominados seis históricos en la formación. Ana Bejerano llenó así el vacío que Amaya había dejado y grabó tres discos durante su primera etapa: Colores (1986), con el cantante Donovan; el emblemático Sobreviviremos (1987) e Íntimamente (1992), donde recuperaban sus raíces folk. En 1993 lo dejó para emprender otros proyectos. Entre ellos, fundó el quinteto Txarango junto a dos históricos de Mocedades, Roberto Uranga y José Ipiña y otros dos miembros de Trigo Limpio: Amaya Saizar y Javier Saizar. El nuevo grupo grabó un único disco, Todo tiene su sitio bajo el cielo. La marcha de los dos exmiembros de Trigo Limpio y de Roberto Uranga, y la llegada del guitarrista Luis Mateos hizo que el grupo pasara a denominarse Txarango Trío. Con este grupo actuaron durante varios años fundamentalmente en el País Vasco. Había sido la prueba de que aquel Mocedades original apreciaba la voz de Ana, era una de las suyas sin duda alguna.

No por nada Javier Garay aseguró haber trabajado con una mujer de armas tomar a la hora de manejar las armonías. “Ana Bejerano ha sido una de las voces vascas más elegantes desde los 80”, dijo en el adiós a la cantante getxotarra.

Antes de que esto ocurriese en 2012 Ana formó un cuarteto de jazz con el nombre de Ana Bejerano Concept. En 2019 regresó, junto a Javier Garay de nuevo, a Mocedades, con quienes estaba actuando en la gira realizada con motivo del 50.º aniversario del grupo. En 2021 retomaron la gira y estrenaron su nueva canción Que no se acabe el mundo en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid durante un concierto homenaje, arropados por las cantantes Tamara, Lucrecia, Diana Navarro y Sole Giménez.

Durante los meses siguientes Mocedades y Ana Bejerano vieron una segunda juventud en la que agotaron casi todas las localidades allá donde actuaron. El 29 de octubre de 2021 recogieron el Premio Especial Radiolé a toda una trayectoria en el Auditorio Fibes de Sevilla, donde cantaron Eres tú y Que no se acabe el mundo, las últimas canciones de Ana Bejerano sobre el escenario. El 2 de enero de 2022 fallecía.