Hagamos un guiño mitológico: Hermes era el dios de los viajeros. Era frecuente ver su imagen en los cruces e indicadores de cambios de sentido. Su misión consistía en llevar los mensajes de un lado para otro, uno de los desafíos que se cruzaron en la vida de Juan de Sarría, un hombre singular y una de aquellos fundadores de la revista Hermes, todo un icono de la cultura de altos vuelos.

Juan nació en Cuba en 1887, pues su padre, natural de Algorta, hubo de recurrir a la emigración por razones económicas. Fue él, precisamente, quien quiso que el vástago de La Habana mantuviera vivos lazos de conexión sentimental con el País Vasco. Años después, y ya entre nosotros merced a las dificultades del Desastre del 98, su hijo concluiría los estudios de abogado especializándose en Derecho Mercantil. Jesús había cursado el bachillerato y Leyes en La Habana y especializó en Derecho Mercantil en Gran Bretaña, donde es probable que coincidiese con Manu de la Sota y Aburto.

Al morir su padre, en 1910, se traslada con su familia a vivir con dos tías solteras en Villa Donerila, allá en la Avenida de Basagoiti de Algorta. Su familia es euskaldun y, en la mente del joven Sarría queda grabado un dato que, más adelante, será un aliciente en su comportamiento: mientras que él o sus hermanos están presentes, las conversaciones domésticas se desarrollan en castellano, cambiando inmediatamente al euskera cuando éstos abandonan la estancia, según cuenta Koldo San Sebastián. Es entonces cuando, como dice el propio Sarría, “empezó la gran reconquista de nuestro yo por nosotros mismos”

Cuentan las crónicas del who is who a la vizcaina, Sarría gustó a la buena sociedad de Neguri porque se trataba de “un nacionalista abierto y culto, bien vestido”, con un punto de doble exotismo dada su procedencia americana y su vocación anglófila.

Partícipe de diferentes iniciativas culturales de manifiesto alcance, sin embargo, su paso a la posteridad se produjo con motivo de crear, impulsar y mantener la revista Hermes (1917-1922), una de las empresas vascas de mayor calado, publicación nacionalista “dirigida y financiada por nacionalistas heterodoxos como Jesús de Sarría” según cuentan las crónicas.

Hacia 1916, Jesús de Sarría ingresa en el Ateneo Nacionalista de la bilbaina calle Correo y, un año más tarde, se afilia a la Comunión. Va a formar parte de la que podríamos llamar segunda generación nacionalista, en la que forman hombres como los hermanos De la Sota (Alejandro, Manu y Ramón), Jesús María de Leizaola, Justo Gárate o Ignacio de Areilza entre otros. Era un hombre estrafalario, soltero impenitente, que vestía chalecos llamativos y escribí recostado en su cama. Paseaba en calesa con calefacción y era Insaciable lector de Baroja, aficionado a la buena mesa y al arte. Llegó a reivindicar, como patrimonio cultural vasco, la figura de Miguel de Unamuno.

En esa misma década del siglo XX, Jesús de Sarría pensaba en una revista como manifestación cultural de una pujanza ciudadana pero no había tomado forma hasta que un día de otoño de 1916 decidió dar el paso. Nacía Hermes. La primera redacción se instaló en uno de los dormitorios de La Bilbaina y la ilustración de la portada, que será común a todos los números, será obra de Aurelio Arteta y Félix Agüero. La variedad ideológica de la época y el vaivén de tendencia, además de los gastos de la publicación y la deserción de amigos y colaboradores –solo Alejandro de la Sota le seguirá siendo fiel–, llevaron a Jesús a la ruina. El 27 de julio de 1922 se quitaba a vida arrojándose desde el balcón de su casa en la bilbaina calle Correo. Su sueño se desvanecía.