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histórico olvidado

La Salve, una ola de espuma

El aprecio de Europa por una cerveza ligera en el siglo XIX trajo su consumo a Bilbao de la mano de la familia Schumman. La Salve logró fama y fortuna pero el cambio de modas y una autopista mató el sueño. Ahora despierta

La Salve, una ola de espuma

A vieja Europa puede considerarse como la cuna de la cerveza si se tiene en cuenta que en 1516, el duque Guillermo IV de Baviera redactó la primera ley que fijaba qué se entendía por cerveza. Esta ley de pureza (Reinheitsgebot) establecía que solamente podía utilizarse agua, malta de cebada y lúpulo para elaborar la cuarta bebida más consumida en el planeta, solo por detrás del agua, el café y el té. Hago referencia, claro está, a la cerveza entendida como hoy se entiende, habida cuenta que la Historia reconoce que fue desarrollada por los antiguos pueblos elamitas, egipcios y sumerios. No debía de parecerse a la actual.

Llegados al último tercio del siglo XIX, hubo un giro que la inmortalizó: la elaboración de cerveza de baja fermentación. El resultado fue una bebida más suave, refrescante y de un gusto más convencional que la de alta. La conquista, como ven, llegó a través del paladar. La aparición de esta cerveza fácil coincidió con un aumento del poder adquisitivo acorde a los progresos de la revolución industrial que en Bilbao fue, como bien saben, soberbia. Esto provocó una singularidad. El consumo se popularizó en Bilbao a finales del siglo XIX entre un publico de cierto nivel, habida cuenta que la cerveza era considera un producto de lujo por sus precios. En ese momento nos situamos...

En 1886 José Schumann y Cordes, hijo del cervecero alemán Carlos Federico Schumann Strebel, solicitó autorización para la instalación de una fábrica destinada a la elaboración de cervezas y bebidas gaseosas en un recodo de la ría de Bilbao, llamado popularmente La Salve, dicen que porque desde allí se veía la cúpula del santuario de la Amatxu de Begoña. Era una ola de espuma la que bañaba la villa.

Cuentan las crónicas que en un primer momento, la fábrica se instaló en dos de las casetas existentes en la Campa de La Salve. Una de ellas albergaba la bodega y almacén de botellas vacías, carros y demás, y la otra el horno de elaboración de la cerveza, la tina de fermentación, el tostador de cebada, la zona de limpieza de botellas, el depósito de agua, los enfriadores y una zona para la elaboración de bebidas gaseosas.

En 1887 Schumann presentó un proyecto de obras de adaptación de dichas casetas, siendo aceptado por el Ayuntamiento. Schumann se asoció entonces con Justo Echevarría que ya tenía varias posesiones en la zona de La Salve y contaba además con permiso municipal para establecer un puesto de venta de cervezas. De esta unión surgió la Fábrica de Cervezas Echevarría y Schumann hijo.

Diez años más tarde, en 1897, José Schumann deja de ser socio de Justo Echevarría y construye unas nuevas bodegas en la ladera de Artxanda, concretamente sobre el arroyo de Artasamina, al lado del manantial de aguas del túnel del ferrocarril de Lezama, del que tenía la concesión de explotación.

Entramos en los tiempos de entresiglos. En 1900 fallece Carlos Schumann, por lo que su hijo José se hace cargo también de su fábrica, ubicada desde 1874 en la calle Iturribide número 44 de Bilbao. En 1903 cierra esta fábrica y amplía las nuevas instalaciones de La Salve. En ellas se instala una máquina frigorífica para enfriar la cerveza almacenada en sus bodegas y elaborar hielo destinado a la venta doméstica.

El 28 de noviembre de 1910 muere a los 49 años José Schumann dejando a su viuda, Marina Barasorda, la titularidad de la empresa. Marina decide venderla a la sociedad Viuda e hijos de Francisco Pérez, con la que mantenía relaciones comerciales porque regentaba en Bilbao numerosos negocios de alimentación y hostelería. En 1911 la empresa cambió de nombre para llamarse Fábrica de cervezas La Salve. En los años 1920 instalaron la Cervecera de la Casilla, que se popularizó entre la población, en la que distribuían sus cervezas. Durante las décadas de los años 1950 y 1960 el negocio de La Salve se mantuvo con éxito.

Hasta que llegó la hecatombe. En 1968 el trazado de la autovía de acceso norte a Bilbao expropió parte de las instalaciones de la fábrica. Aquellos terrenos eran necesarios tanto para la futura autovía como para la construcción del puente de La Salve. Diez años después La Salve cerraba y Bilbao se quedaba sin su santo y seña en el universo de la cerveza. Desaparecía el Bilbao de las cerveceras.

¿Se acabó la historia...? No. En 2014 aparece en escena una nueva cerveza con la marca La Salve. A modo de telegrama se leía “No nacemos, despertamos. Surgimos en 1886, callamos en 1978 y en 2014 volvimos para ser la cerveza de Bilbao”. Renació como nació: al compás de Europa, sobre la que ya reinaba una corriente de aprecio a las cervezas artesanas.

En julio de 2014, como les decía, dos amigos, Jon Ruiz y Eduardo Sáiz, encabezan un grupo promotores de Bizkaia con la intención de relanzar la marca, junto a la familia Pérez-Yarza, responsable de la empresa desde 1910.? La Salve volvió al mercado el 8 de agosto de 2014, dos semanas antes de la Aste Nagusia. En el arranque, la marca estuvo presente en seis txosnas del recinto festivo. De su mano no han regresado las añoradas cerveceras que tanta fiesta dieron a la ciudad. Es casi un imposible. Puede decirse, eso sí, que mantiene la única fábrica de cerveza ubicada en Euskadi. Es un pequeño guiño a los orígenes. Viéndola, recuerda las entrañas de una nave espacial de ciencia ficción. La cerveza que embotellan, eso sí, es real. Pura realidad.