El Universo no deja de sorprender y es cada vez más frecuente que se descubran nuevos cuerpos celestes que se acercan hasta el planeta Tierra.

Este el caso de una miniluna recientemente descubierta orbitando junto a la Tierra en el recorrido que esta hace alrededor del Sol. Durante los últimos meses los astrónomos han analizado el asteroide, la verdadera identidad de esta roca espacial, para estudiar su trayectoria, origen y dónde acabará. Además lo han bautizado como el frío nombre de 2022 NX1.

La comunidad científica tuvo la primera noticia de su presencia gracias a un grupo de astrónomos aficionados que trabajan en el observatorio de los montes Hakos de Namibia. Les cogieron el relevo los investigadores del Observatorio de Canarias y de la Universidad Complutense de Madrid, quienes se encargaron de determinar qué tipo de objeto o asteroide cercano a la Tierra (NEO por sus siglas en inglés) era.

Recreación de un grupo de asteroides pasando junto a la Tierra. Freepik

Los NEO son objetos dinámicos, asteroides, que se acercan peligrosamente a la Tierra y que pueden suponer un riesgo de colisión con nuestro planeta. Por ello, se los vigila y analiza estrechamente.

Tres son las posibilidades del tipo de asteroide que podría ser 2022 NX1, de un tamaño entre 5 y 15 metros: la primera posibilidad es ser un objeto artificial de origen humano, basura espacial; la segunda opción es que fuera algún tipo de escombro de la Luna, y, la tercera, un cuerpo celeste que se ha visto atrapado por la gravedad terrestre. Como publicaron en la revista Astronomy & Astrophysics los astrónomos españoles, los resultados colocan a la miniluna entre estos últimos. Las mediciones realizadas con el OSIRIS, un espectógrafo y generador de imágenes con el que cuenta el Gran Telescopio Canarias en la isla de La Palma, afirman que su composición rocosa, y quizá con gran cantidad de metales, la hace incompatible con un origen lunar.

Órbita de herradura

Aunque al asteroide 2022 NX1 se le apode de miniluna, no es un satélite de la Tierra, no orbita alrededor de ella. En realidad se trata de una coorbitación entre ambos cuerpos. Completan juntos una órbita alrededor del Sol de 365 días viajando más o menos a la misma velocidad, pero no realizan el mismo recorrido. Esto hace que visto desde la Tierra, el asteroide trace un vuelo en forma de herradura. Algo que también percibiría un supuesto observador situado sobre 2022 NX1 que observara nuestro planeta.

Según el astrónomo Raúl de la Fuente, de la Universidad Complutense de Madrid, la energía gravitatoria con respecto a la Tierra del asteroide “sería negativa al acercarse a ella, lo que le convertiría en un satélite de nuestro planeta de forma temporal”. Al no dar una vuelta completa, dibuja una parábola antes de volver a alejarse.

Pero no se irá para siempre ya que está calculado que puede volver para un tercer encuentro en unos 30 años, en torno a 2052 o 2053. También se ha sabido que no es su primera visita, puesto que calculan que hace 40 años, hacia 1981, ya pasó por aquí sin que se le detectara. También se espera otro encuentro, el cuarto, para la década de los años 70 del presente siglo XXI, aunque la fiabilidad de estos cálculos a tan largo plazo no son muy exactos y su precisión deberá ajustarse a medida que se recojan más datos.

Llama la atención que cada ciclo de acercamiento se acorte unos 10 años. Esto se debe a que la fuerza de atracción de la gravedad terrestre saca de su orbita inicial al asteroide, la altera, lo que hace que cada vez se aleje menos y su proximidad a la Tierra cada vez será mayor, de manera que puede ponerse en una trayectoria de colisión con nuestro Planeta Azul.

En el caso de 2022 NX1, esta eventualidad, el choque, no resultaría muy preocupante debido a su pequeño tamaño, entre 5 y 15 m. Además, existe un 70% de posibilidades de que caiga en el mar. Por ello, las consecuencias serían mínimas. No existiría el riesgo de otro Cheliábinsk.

Estela de vapor del meteorito de Chelyabinsk al entrar en la atmósfera terrestre. A. Alishevskikh/NASA

EL EVENTO DE CHELIÁBINSK

El 15 de febrero de 2013, un asteroide de entre 15 y 20 metros estalló a 20 km de altura a 80 km de la ciudad rusa de Cheliábinsk, al sur de los Urales, lanzando sobre esa región de alrededor de 5 toneladas de meteoritos, el más grande los cuales pesaba 650 kilos. Liberó una energía de 500 kilotones, treinta veces superior a la bomba nuclear de Hiroshima y su onda expansiva hirió a unas 1.500 personas, dañó 3.300 edificios y reventó multitud de ventanas y cristaleras. Estos vidrios son los que hirieron a la mayoría de las víctimas. Se calcula que viajaba a una velocidad de 18,3 km/sg. 105 años antes, en 1908, en la siberiana Tunguska tuvo lugar un evento similar en el que quedó arrasada una superficie de 2.500 kilómetros cuadrados. En cuanto a los efectos, la diferencia entre ambos sucesos es que el lugar donde cayeron ambos bólidos. Tungunska es una región muy poco ahitada, mientras que en Cheliabinsk es una ciudad habitada. Esto último, unido a que en los 100 años que los separan se ha dado la evolución y masificación de la tecnología, permitió que se fotografiara y grabara la explosión del meteorito.

No es la primera ‘miniluna’

Este hallazgo, aunque interesante, tampoco es una novedad total, ya que hasta ahora, se han contado otras tres minilunas que han orbitado alrededor de la Tierra. Dos de ellas ya han completado varias órbitas a nuestro alrededor, mientras que la tercera no ha completado su giro aún. De hecho, este último asteroide, de nombre 1991 VG, ha sido el primero en tener la consideración de satélite temporal de la Tierra y recibir el informal título de miniluna. Los otros dos son el 2006 RH120 y el 2020 CD3.

Esta cada vez más acelerada localización de nuevos NEO se debe, en primer lugar, a que cada vez se escruta más el cielo, el universo, tanto el profundo como el cercano. Además, cada vez se hace con medios más precisos y mejores. El ejemplo es el propio 2022 NX1, que ya pasó junto a nuestro planeta hace casi 40 años sin que quedara registrado. Algo similar ocurrió con 2020 CD3, que ya se marchaba cuando lo detectaron.

Otro motivo por el que ahora se sigue con atención los pequeños objetos que flotan alrededor de la Tierra es la cantidad de basura espacial que nos rodea, fruto de la carrera espacial y de los muchos satélites que se han lanzado y han terminado su vida útil sin que nadie los recupere. Esta acumulación puede suponer un gran problema tanto para las misiones espaciales como por una reentrada descontrolada en la atmósfera terrestre. El último caso conocido que lo ejemplifica es el de los restos de un satélite chino que cayeron en el océano Pacífico en noviembre de 2022 poniendo en peligro la navegación aérea. Un escenario que, sin duda, nos hace pensar que pronto se encontraran nuevas minilunas

¿QUÉ SIGNIFICA EL NOMBRE DE LOS ASTEROIDES?

Cuando a comienzos del siglo XIX se descubrieron los primeros asteroides se siguió la tradición de ponerles nombres de la mitología grecolatina, principalmente femeninos, y de ciudades. A medida que se acumulaban los hallazagos, pronto entraron en el nomenclátor divinidades egipcias, nórdicas, bíblicas y emperatrices. Las denominaciones masculinas dejaron de ser extrañas. Pero surgió un problema inesperado, los nombres se traducían a los diferentes idiomas, complicando la comunicación. Para solucionarlo se optó por una clasificación alfanumérica. En realidad son dos clasificaciones. Una numérica correlativa y definitiva que se da a los asteroides cuya trayectoria esta perfectamente definida y refleja el orden en que se han descubierto. La segunda es provisional para los objetos en estudio y cuenta con números y letras, que es provisional. Se compone de cuatro cifras iniciales que son el año del descubrimiento. Le siguen dos letras mayúsculas, la primera, desde la A hasta la Y, excluyendo la I, indica la quincena y el mes de la localización (la A el periodo del 1 al 15 de enero, la B, del 16 y el 31 de enero, y así sucesivamente hasta la Y, del 16 al 31 de diciembre). La segunda letra (desde la A hasta la Z, eliminando también la I) indica el orden de hallazgio en cada quincena. A es el primero descubierto y Z el vigesimoquinto. Si se descubren más de 25 asteroides, se añade un subíndice, de manera que se puede repetirse la segunda letra. Así, el 2022 NX1 fue descubierto entre el 1 y el 15 de julio de 2022 y es el 48 encontrado en ese periodo.