La tormenta se desató con virulencia el jueves, cargada durante meses por la incertidumbre, los rumores, las hipótesis y el paradero deportivo desconocido de Oier Lazkano, del que no había rastro desde que compitiera por última vez en la París-Roubaix

Aquel día de abril, el gasteiztarra rodó en una fuga hasta dar con Arenberg, la trinchera infinita del adoquín que enmoqueta el Infierno del Norte. Después, Lazkano se adentró en su propio infierno, cuando su equipo, el Red Bull, le alejó del competición ante las pesquisas de la UCI (Unión Ciclista Internacional), cuyo brazo armado contra la lucha del dopaje encontró valores de difícil explicación en el pasaporte biológico del ciclista. 

El telón de acero del silencio envolvió entonces a Lazkano y a su formación, el Red Bull, que lanzó vagas explicaciones, parvularias, para tratar de dar peso al relato de la ausencia de Lazkano de las carreras. 

Desde la estructura alemana optaron primero por decir que estaba aquejado de problemas físicos. Más tarde, a medida que las investigaciones avanzaron, decretaron la ley del silencio, uno de los clásicos del ciclismo cuando se agita el fantasma de un presunto dopaje.

El muro de silencio cayó, de repente, con un tremendo estruendo, cuando la UCI anunció en un comunicado la sanción provisional al ciclista alavés debido a las citadas alteraciones en su pasaporte biológico derivadas de su etapa en el Movistar, entre 2022 y 2024. 

Fue en ese época cuando obtuvo seis de sus siete victorias y donde asomó un ciclista que asombró con varias de sus actuaciones. En el Movistar, tras conocer la noticia, mostraron sorpresa y sostuvieron que en los controles internos a los que sometió al ciclista nunca hubo problemas.

Con el maillot del Movistar, el alavés se proclamó campeón de España, conquistó la Clásica de Jaén y ofreció varios recitales en un puñado de clásicas. 

El pasado curso, en la Kuurne, fue tercero por detrás de Van Aert y Wellens tras una soberbia actuación. En A Través de Flandes en 2023, solo un imperial Christophe Laporte pudo con él después de que el gasteiztarra reventara a Kristoff en una fuga de fuerza bruta. 

También se destacó en el Dauphiné de la pasada campaña en la que se significó a través de una gran crono y luciendo galones en las etapas de montaña, donde nadie le esperaba. Finalizó noveno en la general. Semanas después, fue el primero en coronar el Tourmalet derrochando fuerza en una fuga. La UCI le seguía los pasos para entonces.

En todo ese tiempo, Lazkano estuvo bajo el radar del organismo internacional, si bien su caso cobró fuerza una vez el gasteiztarra fichó con el Red Bull hasta 2027 con un contrato cercano a 1,5 millones. 

Después de un errático comienzo de campaña, inexplicable su bajón de rendimiento tras las grandes actuaciones de los cursos precedentes, en la París-Roubaix, después de 142 kilómetros de fuga, Lazkano se tuvo que quitar el dorsal a instancias de su equipo. 

La UCI le investigaba y los agentes que velan contra el dopaje, la International Testing Agency (ITA), la oficina independiente de control y gestión de los asuntos de dopaje de varias federaciones internacionales, acompañados por miembros de la UCO de la Guardia Civil, le exigieron su ordenador personal, además de su teléfono móvil para cotejar datos en su residencia de Andorra. Habían detectado anomalías en los parámetros del ciclista en cuatro ocasiones en el periodo que iba de 2022 a 2024.

Lazkano clama su inocencia

Este domingo, después de la tempestad desatada por la UCI anunciado la suspensión provisional del gazteiztarra, Oier Lazkano, en el ojo del huracán, ha emitido un comunicado en el que declara su inocencia y en el que afirma que no se ha dopado ni ha empleado sustancias ilegales que mejoren el rendimiento. 

“Nunca he utilizado sustancias dopantes ni métodos prohibidos. Soy un deportista limpio y una persona íntegra. Continuaré, con determinación y transparencia, defendiendo mi nombre y mi dignidad personal. Mi carrera se ha construido sobre el esfuerzo, la dedicación, la honestidad y el trabajo diario”, reza el comunicado.

En el mismo, el ciclista alavés, despedido de su equipo en cuanto la UCI anunció la suspensión, expone que confía “en la verdad y en la justicia deportiva” y que luchará por demostrar su inocencia “con todas las acciones necesarias”. 

"Nunca he utilizado métodos prohibidos"

Este domingo, Lazkano ha señalado: "El 30 de octubre de 2025 recibí una comunicación oficial de la Unión Ciclista Internacional (UCI). Quiero dejar algo absolutamente claro: nunca he utilizado sustancias dopantes ni métodos prohibidos".

"Siempre he respetado las normas del ciclismo y los valores fundamentales del deporte limpio" ha explicado el alavés, que ha añadido: "Soy un deportista limpio y una persona íntegra".

Lazkano ha agregado: "Defenderé mi reputación y haré todo lo necesario para demostrar mi inocencia total y mi completa ajenidad a cualquier conducta ilícita".

"He encargado a mi equipo médico-legal que adopte todas las acciones necesarias para proteger mis derechos y demostrar mi integridad, con pleno respeto de los procedimientos previstos. Confío en la verdad y en la justicia deportiva", ha anunciado Lazkano, que también ha agradecido a quienes le apoyan en este momento. "Continuaré, con determinación y transparencia, defendiendo mi nombre y mi dignidad profesional", ha afirmado.

Sancionado provisionalmente y sin equipo, las pruebas juzgarán el futuro de Lazkano. El alavés deberá probar su inocencia y la UCI demostrar que el gasteiztarra ha quebrado las reglas contra el dopaje. 

Queda por determinar si los valores anómalos y sin explicación que señala la UCI, pueden ser rebatidos por la defensa del alavés, que se enfrenta a una sanción que podría alcanzar los cuatro años sin poder competir si es considerado culpable. Oier Lazkano defiende su inocencia.