bilbao - Cuando el Tour terminaba en Ordizia, era lo que decía Marino Lejarreta, vencedor de la clásica en tres ocasiones (1981, 1988 y 1989), el ciclismo se movía entre chichoneras, cuadros de aluminio y pedales automáticos recién estrenados. De aquella época, de ese arco temporal, surgió la clásica Marino Lejarreta, que tiene su propia carrera porque enraizó muy profundo en las cunetas, en la afición, entre el público. Ese empuje ha continuado hasta desembocar en el festejo de ayer en Ordizia, uno de los lugares de encuentro del ciclismo vasco. Ayer fueron numerosos los exciclistas que se reunieron para homenajear a Lejarreta con una contrarreloj por equipos. La competición fue lo de menos en un día lluvioso.
El buen ambiente y las caras de felicidad de los participantes en la clásica fue lo más destacado en una gran jornada de ciclismo y compañerismo. Fue una gran reunión de amigos la de Ordizia, en la que además de Marino Lejarreta, se pudo ver al italiano Claudio Chiapucci- muy solicitado por los aficionados-, los hemanos Julián y Rubén Gorospe, Abraham Olano, David Etxebarria, Joseba Beloki, Iñigo Cuesta, Dori Ruano, Pedro Horrillo, Álvaro Pino, Ramontxu González Arrieta, Santos Hernández, Alberto Leanizbarrutia, Joane Somarriba y un largo listado de corredores.