Bilbao - Al entrar en meta, Peter Sagan se golpeó cinco veces el pecho, no se sabe si para recuperar el pulso tras el disgusto de ver cómo se le iba la quinta ocasión de ganar una etapa en este Tour o para demostrar que lo que le sobra es corazón para volver a intentarlo, aunque ya lo tendrá difícil. Sagan se coló por enésima vez en la escapada del día, pero ayer la veintena de fugados luchaban más contra él que contra el pelotón, que se despreocupó y llegó a tenerles a casi veinte minutos de distancia. Los ataques se sucedieron a lo largo del último puerto, conocedores de que si Peto llegaba junto con el grupo a coronarlo, en la bajada no le podrían seguir ni las motos de los cámaras de televisión.

Pero Rubén Plaza confió en sus posibilidades en la subida y a mitad de puerto atacó sin mirar atrás. Coronó con Sagan a un minuto. Demasiada diferencia incluso para un superclase como el del Tinkoff. “Me iban informando de las referencias sobre Sagan, que es un kamikaze en las bajadas. Sabía que tenía tiempo para llegar”, confesó Plaza.

Aún así Peter Sagan no se rindió y protagonizó una bajada de infarto. Tuvo incluso un susto en una curva, en la que casi se va recto, la misma que Geraint Thomas no pudo esquivar. Su esfuerzo resultó baldío. Eso sí, la escapada le sirvió para afianzar su maillot verde. Es la quinta ocasión que Sagan consigue el segundo puesto en lo que va de Tour. Su décimo top ten en las últimas quince carreras.