bilbao. El año pasado, Chris Froome aterrizó en el Tour de Francia sin ser el centro de atención de los focos. No era, en absoluto, un desconocido. Su victoria de etapa en Peña Cabarga y su segundo puesto final en la Vuelta a España de 2011 le habían convertido en un corredor a tener en cuenta. Pero las miradas, los dedos y los titulares acompañaban a Bradley Wiggins, compañero y compatriota cuyo maillot amarillo final llegó a palidecer en muchos momentos de la ronda gala, sobre todo en las ascensiones, como consecuencia del poderío de su teórico guardaespaldas. Este año, todo es distinto. Froome, al menos sobre el papel, estaba llamado desde enero a ser el líder del todopoderoso Sky en su nuevo asalto al podio de París, condición que se confirmó, echando por tierra las teorías de la conspiración en el seno de la formación inglesa, cuando Wiggo anunció en mayo su renuncia a la ronda gala por lesión.
El escudero convertido en primer espada acaparó ayer flashes, focos, micrófonos y atenciones en Porto Vecchio (Córcega), donde mañana, con el dorsal número 1 a la espalda, partirá a la conquista de los Campos Elíseos. "No hay nada que uno pueda hacer para estar preparado ante toda esta expectación. Todo es realmente diferente con respecto a cualquier carrera del calendario, es sorprendente vivirlo en primera persona", destacó al verse, y sentirse, en el epicentro de ese gigante llamado Tour de Francia. "El año pasado ya pude ver cómo afrontaba Bradley el hecho de ser favorito. Tuvo que responder a más preguntas de periodistas, cuando para los demás acababa la etapa, para él seguía la jornada con ruedas de prensa, otros compromisos...", relató conocedor de lo que se le viene encima si las cosas marchan como él espera y la carretera y sus piernas le colocan en situación de privilegio.
Froome, que ha dado pedaladas constantes y seguras en su camino hacia el julio galo -triunfos en el Tour de Omán, Criterium Internacional, Tour de Romandía, Tirreno-Adriático y Dauphine Libéré- fue muy claro a la hora de relatar sus sensaciones a escasas horas de afrontar el reto más importante de su carrera profesional. "Llego en una condición super", aseguró tajante, antes de añadir que "me siento preparado en el plano individual y siento también que cuento con el respaldo de un gran equipo a mi alrededor, lo cual refuerza mi confianza. Ahora solo tengo ganas de que la carrera arranque de una vez". Sí que optó por la cautela Froome cuando se le cuestionó acerca de sus rivales en el camino hacia París: "Hay corredores muy capaces en esta edición del Tour de Francia. No quiero dar nombres propios porque estoy seguro de que me olvidaría de alguno, pero diría que entre los ciclistas que tomarán la salida hay unos siete u ocho potenciales vencedores de esta prueba".
El corredor del Sky, que tendrá en la figura del vizcaino David López a uno de sus guardaespaldas, tiene claro que los puntos señalados para marcar diferencias en la ronda gala son varios y por todos conocidos, pero es consciente de que el desastre puede esperar, agazapado, en cualquier curva, en cualquier rampa. En ese sentido, Froome no es más que uno de los muchos corredores que miran con mucho respeto y cautela a las tres primeras etapas, que se desarrollarán en la sinuosas carreteras de Córcega, donde este curso ya ha tenido la oportunidad de sentirse ganador en el Criterium Internacional. "Uno de los objetivos que tenemos marcados de cara a esta carrera no es otro que limitar las posibles pérdidas de tiempo en las etapas que, sobre el papel, son menos decisivas. Ese sería para nosotros un buen punto de partida para poder afrontar con garantías el resto del Tour. Esa es la meta que nos hemos propuesto para estas primeras jornadas en Córcega", reconoció.
Las comparaciones Pese a llegar al Tour con una excelente hoja de servicios en la presente temporada y ser señalado por casi todos como el gran aspirante a la victoria final, ocupar el hueco dejado por el anterior vencedor nunca es tarea sencilla, por lo que probablemente Froome será constantemente comparado con Wiggins. Ayer mismo, sus compañeros de equipo fueron cuestionados sobre esta circunstancia y uno de ellos, el australiano Richie Porte, tiró por la calle del medio. Ni tan iguales, ni tan distintos. "Bradley es un gran contrarrelojista y su forma de escalar es totalmente distinta a la de Chris. Nunca ves a Wiggins levantarse demasiado en la bicicleta, él es de potencia constante, así es como le gusta subir puertos. Froome, en cambio, es más agitado, se levanta, se sienta, cambia de ritmo... Sin embargo, dentro de la competición son bastante similares: buenos compañeros, calmados y solidarios con el grupo", resumió.