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Pasión. Una palabra con doble sentido. Pasión: acción de padecer. Pasión: apetito o afición vehemente a una cosa. Pasión. La definición perfecta del ciclocross. Sus especialistas, salvo contadas excepciones, padecen todas las penurias de un deporte minoritario, en el que el dinero brilla por su ausencia, pero que exige una dedicación profesional. Pero lo hacen con la pasión del enamorado. Porque hay que estar realmente enamorado para acudir a las carreras cada fin de semana, con una furgoneta que sirve a la vez de vestuario, taller mecánico e, incluso, como hotel. El Ciclocross de Igorre, la más prestigiosa de las pruebas del calendario vasco reunirá hoy a los mejores especialistas del mundo. Albert, Stybar, Mourey, Tornout o Nys lucharán por la victoria. Lejos de ellos, pero con toda la pasión del mundo, pedalearán David Seco (Busturia, 36 años), Unai Yus (Gasteiz, 35), Javier Ruiz de Larrinaga (Amezaga, 30) y Egoitz Murgoitio (Abadiño, 26). Los cuatro mosqueteros del ciclocross vasco. Cuatro apasionados de los pedales y el barro.

Igorre es el parnaso para ellos. El punto de encuentro. El inicio y el fin. Ahí guardan sus primeros recuerdos de lo que terminó convirtiéndose en su profesión. A Murgoitio se le encienden los ojos cuando rememora que "cuando era cadete vine a ver el circuito con mi ama el día anterior a correr. El primer corredor con el que me encontré fue David Seco y con su hermano Paul. Ahí empezó una amistad que dura hasta ahora. Para mí, que era un chaval de 14 años, aquello fue una motivación extra. Años después, gané una apuesta en la que me retaron a que no conseguía completar la primera vuelta al circuito en primera posición. Entonces corrían conmigo gente como el checo Jiri Pospisil o el italiano Daniele Pontoni. Lo hice, pero en el siguiente repecho me quedé clavado y me pasaron por encima".

Recuerdos de alegrías y penas. Como las que atenazan a David Seco, el último corredor vasco que ha podido vivir exclusivamente del ciclocross: "Igorre es una carrera que me ha marcado y me ha dado mucho. Años atrás para mí significaba uno de los objetivos prioritarios de la temporada. A día de hoy, he de reconocer que mis planes han cambiado. Pese a ello, trataré de dar lo mejor que tengo, pero la ilusión y motivación que tenía en Igorre, ya sea en el trazado antiguo o en éste cuando se utilizaba la parte de arriba, ya no es la misma".

La vida. Sus caminos. Los vericuetos de la carretera. En el ciclismo, salirse del asfalto, conduce al barro. Eso le pasó a Larrinaga: "Había sido dos años profesional de carretera, pero me quedé sin equipo. Entonces pensé que necesitaba una motivación para seguir entrenando con la intención de volver a la carretera. Y la encontré en las carreras de ciclocross. Eso me obligaba a entrenar. Fui mejorando poco a poco, consiguiendo cosas y así hasta hoy. No me arrepiento porque los resultados que he conseguido en el ciclocross nunca los habría logrado en carretera".

Lo de Yus fue diferente. El gasteiztarra puede presumir de tener el palmarés más amplio en profesionales, pero confiesa que "a mí siempre me ha tirado más el ciclocross y además obtenía buenos resultados. He vuelto por pasión, aunque ahora lo tengo que compaginar con mi trabajo, pero estoy realmente orgulloso de poder hacerlo".

En la vida siempre llega el momento de tomar una determinación. Elegir una salida en las diferentes rotondas que se van presentando. Había que seguir viviendo. Había que trabajar, pero no había que abandonar la bicicleta. Unai Yus, un hombre cabal, formado, sensato, lo tiene claro: compagina ocio y negocio. "Tengo la suerte de que trabajo en BH y la mayoría del tiempo lo hago sentado. Tengo que cumplir un horario, de 8.00 a 13.00 y de 15.00 a 18.00, y suelo utilizar el mediodía para entrenar y las tardes para complementar con el trabajo en el gimnasio. Hago todo lo que puedo, sabiendo que ahora lo principal para mí es el trabajo". Es un privilegiado con una cuenta pendiente. "Me quedan tres asignaturas para acabar IVEF y algún día espero retomar los estudios".

Más suerte todavía tuvo David Seco. Su clase le permitió monopolizar el ciclocross estatal durante los últimos años. Eso le dio un status privilegiado y un montón de contratos con diferentes patrocinadores. "Durante seis u ocho años sí que me he ganado dignamente la vida, pero tengo que reconocer que en los últimos años los resultados deportivos no me han ido tan bien. Este año he tenido bastantes dificultades con el tema del patrocinio, por lo que puede que sea mi última temporada corriendo ciclocross. Hasta ahora ha sido mi medio de vida, pero el día que no pueda vivir de ello, lo dejaré".

No se arrepiente tampoco Javier Ruiz de Larrinaga del camino que tomó. Y se siente tan afortunado como sus compañeros de penurias y alegrías. "Yo sí que soy un privilegiado porque trabajo en la empresa de un familiar y soy un poco el enchufado. Eso me permite tener tiempo para entrenar y sacar un dinero extra". Pasión. Y compren sión. Porque el alavés no mira atrás. Ni quiere, ni cree que sea conveniente, ni se compara con los que fueron sus compañeros en la carretera y que siguen vinculados a ese ciclismo de asfalto y billetera: "No, no tengo envidia de que otros compañeros de mi generación sean profesionales y vivan de ello".

Lo que sí esperan todos es que lleguen tiempos mejores para su deporte. Que los patrocinadores tomen ejemplo de los países del norte y organicen equipos profesionales. El propio Larri está convencido de que "ahora se están haciendo cosas buenas. El dominio de David era bueno para él, pero no para el espectador. No sé si ahora tenemos el nivel que tuvo él, pero el espectáculo que damos creo que es más atractivo porque hay más competencia y esto anima a los chavales y al final repercute en la mejora del ciclocross". De diferente opinión es Murgoitio, el más joven, al que le queda más futuro por delante: "Yo tengo mucha suerte porque Hirumet está haciendo un esfuerzo muy importante para que yo pueda correr la Copa del Mundo a un nivel competitivo. Es difícil tener que pelear todos los años para encontrar un patrocinador que te permita seguir corriendo. Aquí no se estila, como ocurre en Bélgica y Holanda, que haya equipos de ciclocross. Aquí cada uno se tiene que sacar las castañas de fuego y cada año se hace más difícil".

Para pelear contra las adversidades, Unai Yus quiere dar un consejo a sus sucesores: "Lo primero que tienen que hacer es formarse como personas. Tienen que hacer ciclocross, carretera y lo que pillen. A partir de ahí, ver qué es lo que más les gusta y, sobre todo, labrarse un futuro y no dejar los estudios con 15 ó 16 años, porque nunca sabes qué te va a deparar el futuro".

El futuro. Esa carta por descubrir cada día. Esa apuesta a ciegas que todos hemos de afrontar. Ese tiempo que empieza a conjugarse ahora mismo. Con las pedaladas en el Ciclocross de Igorre. Con la doble pasión que se vive sobre el barro.