Por si a alguien le quedaba alguna duda, el del fútbol sigue siendo un mundo en el que el machismo y la homofobia continúan campando a sus anchas, por mucho que algunos clubes e instituciones luchen por erradicarlos. Ejemplos sobran. De machismo, hace unos días trascendió como unos chavales de 12 años habían mandado en las redes sociales “a fregar” a sus rivales femeninas tras golearlas por 8-0 en un partido de infantiles en Cantabria.
Homofobia en Brasil
Ahora llega desde Brasil otro caso de homofobia, que ayuda a entender por qué a lo largo de la historia apenas ha habido futbolistas que hayan decidido salir del armario y vivir su condición sexual con la normalidad que merece cualquier persona.
El protagonista ha sido el nuevo entrenador del equipo brasileño del Internacional de Porto Alegre, Abel Braga, que se estrenó al frente del club este pasado fin de semana tras la destitución del técnico argentino Ramón Díaz.
El preparador brasileño, de 73 años, pronunció durante su presentación oficial ante los medios unas palabras inadmisibles cuando hablaba de los colores con los que se ejercita su nuevo club. “Oye, no quiero que mi equipo entrene con camisetas rosas, parece un grupo de maricas”, soltó en la sala de prensa con total naturalidad y sin rectificar lo que había dicho.
Rectifica ante la presión social
Como no podía ser de otra forma, esas palabras trascendieron inmediatamente, se hicieron virales en las redes sociales y generaron indignación en buena parte de la sociedad, que ejerció una importante presión acusando al entrenador de homófobo. Todo ello llevó a Braga (curioso apellido…) a rectificar sus polémicas declaraciones a través de sus redes.
Lo hizo en las stories de su cuenta personal de Instagram, donde escribió lo siguiente. "Colorados y coloradas. Antes que nada, admito que dije una frase equivocada sobre el color rosa durante mi presentación. Antes de que esto vaya a más, presento mis disculpas. Los colores no definen el género. Lo que define es el carácter. El Internacional necesita tranquilidad y trabajo duro. ¡Vamos Inter!", escribió.
Sus disculpas han apaciguado algo la situación, ya que se pedía incluso su dimisión o su destitución, pero ha vuelto a quedar en evidencia la homofobia que existe en el mundo del fútbol y los clichés que se asocian al colectivo LGTBI, con argumentos tan simples como que el rosa es un color de niñas y el azul, de niños. Aún falta mucho camino por recorrer.