Allá, bajo tierra, palpita toda una ajetreada vida. No por nada, uno se encuentra con la academia de judo Ohisama, se da de bruces con el anuncio de que pronto se abrirá La casa de los grabados y con el local estrella de la crónica de hoy: el Estudio de ballet clásico Teresa González Ardanaz, que cumple ahora diez años de vida en el subterráneo de la Plaza Indautxu, 24 años desde la fundación del estudio; y más de treinta desde que se dieron las primeras clases a las órdenes de Teresa y 42 años desde que lleva “bailando la vida”.
Era una mujer emocionada la que recogía un ramo de flores entregado por Maourad Assaauil y recordaba, en su emocionado discurso, a la figura de una vieja profesora que le marcó sus primeros compases: Ana María Aurrekoetxea. Teresa, que vivió una tarde sobrecargada de abrazos, anunció que la joven Elara Ortiz bailaría un Agurra con sentimiento y que Alex González y Kevin Campos iban a bailar la obertura de El lago de los cisnes compuesta por Piotr Ilich Chaikovski. “Tantas veces se asocia el ballet a las chicas que he apostado por involucrar a dos alumnos para ver que también ellos bailan”, dijo Teresa. A lo largo de la tarde irían llegando más flores, se escucharía el rasgueo de la guitarra de Aitor Fernández y el catering de Zarate sació los apetitos más mundanos y menos espirituales, si es que me permiten decirlo así, que eso es cosa del ballet y sus plásticas inspiraciones.
Cuentan los papeles que El Estudio de Ballet Clásico Teresa González Ardanaz le ofrece un sistema pedagógico basado en los fundamentos de enseñanza de la escuela inglesa Royal Academy Of Dance, mundialmente reconocida y de gran prestigio internacional. El poeta y ensayista parisién Charles Baudelaire descubrió que la danza es capaz de desvelar todo el misterio que la música entraña. Es hermoso ese hallazgo interior y se complementa con el descubrimiento de la ciencia y la astronomía, que no cesan de repetirnos que todo el universo tiene ritmo, que todo baila. Algo parecido piensan en ese estudio, siempre activo. No en vano, la propia Teresa es la organizadora de la gala Bilbao es ballet que acostumbra a organizar DEIA a finales de año desde hace un lustro. Trabaja sin desmayo, ya lo ven,
No lo hace sola, por supuesto. En el estudio se apoya en un profesorado preparado para que el baile, la danza o el ballet, como ustedes prefieran llamarlo, corra por las venas del alumnado. En la gala del décimo aniversario no faltaron, como les digo, profesoras como Cecilia de Madrazo, muy expresiva y exigente en sus clases, Libia Díaz, Elara Ortiz, Alexia Valenzuela y Maider García, acompañadas en esta ocasión por Lucía Ruiz y Leyre Barañano entre otras gentes. Tampoco faltaron el compañero de vida de Teresa, Asier Valle; su hijo, Jon González y sus progenitores, Jesús González y María Santamaría.
A la cita asistieron, además, autoridades como el concejal de cultura, Gonzalo Olabarria, Itziar Urtasun, Lorea Bilbao e Iñaki López de Aguileta; Aritz Urrutia, junto a su hija Medina Urrutia, Alfonso Davalillo, Tamara Basabe, Jorge Ledesma, con bigotes de general de los husares; las tías de Teresa, Irene González de Mendizabal y Nieves González de Mendizabal., Ángel Muria, Isidro Elezgarai, quien colaboró con Teresa en su época de disnatario de UNICEF, Beatriz Marcos,, Olga Zulueta, en nombre de Bilbao Centro, Elena Busturia, con el brazo en cabestrillo tras sufrir un accidente en la Clínica Guimón, donde trabaja, Jon Zuazola, mago de ritmos y melodías, Jesús González Mendizabal, Amaia Solar, Gaizka Medina, Iratxe Llarena, nueva directora de TVE en el País Vasco, Iñaki Díez entre otra gente que escucharon a Teresa decir que en el estudio “se respiran arte, disciplina y pasión”. Tres modalidades de oxígeno bien puras, como ven.