Resumiendo el acto pudiera sospecharse que se trataba de una bacanal de los tiempos de Calígula. Porque se coronó a un héroe en una fiesta con leones, jabatos, libaciones y hasta algún Romano.
Pero era de un acto más apetecible aún. La Cofradía Mirandesa de Bilbao, que preside Jesús Fernández Urbina, impuso la txapela al presidente del Mirandés, Alfredo de Miguel. Organizó para ello una opípara comida en el Gure Txoko de Alameda San Mamés. Y logró que el acto de coronación lo llevaran a cabo el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, y la alcaldesa de Miranda de Ebro, Aitana Hernando.
Acudieron leones como Manolo Delgado, que estrenaba 80 años, y Andoni Goikoetxea. O jabatos como Rafa Ventosa, que fuera extremo del Mirandés, y también del Sevilla, a finales de los 70.
En plena forma a sus 96 años, y acompañado de buena parte de su familia, llegó José Luis Solana, empresario y expresidente de los rojillos. Solana vino al mundo cuando el club solo contaba dos años.
El hostelero y bodeguero Gonzalo Antón se presentó con unas botellas de su cava para el brindis. Quien crea que el expresidente del Alavés es natural de Vitoria-Gasteiz debe deshacer el entuerto: nació en Miranda. “Y soy amigo de Alfredo desde pequeño. Somos como hermanos, aunque de distinto padre”, bromeó.
Aparecieron con sus pañoletas encarnadas los de la Cofradía de San Juan del Monte, que conservan una romería que se remonta mil años atrás. Eran Jesús Santamaría y Mari Cruz Alonso, que sacaron pañuelos para quien quisiera.
Estaba el socio número 12 del Mirandés, Alfredo Alonso, que mostró orgulloso el documento para pública verificación, con sus compadres Angel y Gustavo Bonilla, Lidio González y Jesús Mari Palma.
No faltaron el portavoz del PP en el consistorio burgalés, Sergio Montoya, o el concejal y senador socialista Miguel Angel Adrián. Ni buena parte de la directiva del homenajeado, caso de Jesús Gómez, Juan Miguel García, José Luis Rueda, David de Miguel, José Antonio Roa, Jesús Capellán, o Miguel Ángel Noceda.
El veterano periodista y gastrónomo Juanjo Romano ofició en los fogones con la ayuda de Valentín del Río. A cuatro manos compusieron un menú a base de ‘delgadillas’, pimientos de Gernika, ensalada marinera - con pescado y marisco-, crema fría de porrusalda que los finolis llaman vichyssoise y solomillo con guarnición de hortalizas. Terminaron con un mosaico rojiblanco de melón y sandía y tarta helada. Dirán ustedes si no es para comer como jabatos. O como leones.
Se acercaron al acto, que sirvió también como manifestación de hermandad entre Miranda y Bilbao, Asunción y Begoña Solana, Antonio Ruiz, Alejandro Almarcha, Rosa María Orive, Andrés Hervías, Roberto Ortega, Pedro Bonachea o Marga Cruz.
Antes de que los manjares asomaran a las mesas, Jesús Fernández Urbina dio el play al vídeo de una televisión en la que asomaron futbolistas que constituyen buen ejemplo de la tradicional buena relación entre Athletic y Mirandés.
En primer lugar, saludó al presidente desde la pantalla el cazagoles Urko Vera; después, el portero Raúl Fernández; y también el jugador de banda Hugo Rincón; e incluso la guardameta internacional Adriana Nanclares. El más efusivo resultó el delantero Urko Izeta que agradeció al “presi” lo “bien que nos cuidas” y se despidió con un “te quiero mucho”. Hasta Antxon Urrosolo salió en el vídeo.
Hay que decir de Alfredo de Miguel que no solo sabe llevar excelentemente sus negocios y un club de fútbol que despierta, por su humildad y entrega, simpatías y admiración más allá de los términos de su municipio. También sabe llevar bien la txapela. Que no es fácil.