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El callejón de las botxerías

La Cofradía de Begoña dona un cheque de 8.000 euros a Cáritas Valencia

De los 8.000 euros, 3.990 se recaudaron en el Miserere 2025, tradicional concierto cuaresmal de la Cofradía de Begoña, que puso el resto

En imágenes: la Cofradía de Begoña dona un cheque de 8.000 euros a Cáritas ValenciaBorja Guerrero

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En un rincón alto de la ciudad, donde las calles parecen susurrar historias antiguas y los corazones laten con la cadencia de una fe que no se apaga, la Cofradía de Begoña que preside Javier Diago ha decidido abrir un capítulo nuevo en su historia de devoción y solidaridad. Anunciaron que los donativos del concierto Miserere 2025 (3.990 euros recaudados más otros 4.010 donados por la cofradía, todo un pedazo de redondeo...) aquel acto de música y esperanza, no quedarán en la memoria como un eco lejano, sino que viajarán, con la misma fuerza de un río que nunca se detiene, hacia los damnificados de Valencia, aquellos que seis meses atrás vieron cómo las aguas se llevaron sus casas, sus sueños y su calma. Fue hermosa esa estampa de la música saliendo al rescate.

Es un acto de amor que no se detiene en el tiempo, sino que lo atraviesa, como un puente que une corazones y vidas. La decisión de enviar esas ayudas a través de Cáritas, esa red invisible de manos que sostienen a los que más sufren, es una declaración de que la solidaridad no tiene fecha de caducidad. Que la misericordia, esa palabra que en su raíz significa abrir los brazos, no se agota en el momento del desastre, sino que se prolonga, se renueva, se hace más fuerte en medio de la adversidad. Así se entiende la entrega vivida ayer a los pies de la Amatxu de Begoña, a las puertas de la basílica.

Se dice que en la costumbre de dar, en la tradición de compartir, late la verdadera esencia de una comunidad. Y en esta historia, la comunidad de Bizkaia y la de Valencia se encuentran en un acto que trasciende las palabras y las promesas. Es un recordatorio de que las heridas abiertas por las lluvias y las inundaciones aún necesitan curarse, y que la música, esa lengua universal, puede ser también un puente de ayuda y esperanza.

Todo sucedió, como acostumbra a recordar Marino Montero, en la hora del Angelus. Fue entonces cuando se recordó que El Miserere 2025 consistió en una única obra, el imponente Requiem alemán de Johannes Brahms, que consiguió un lleno histórico en la Basílica, con más de un millar de personas. “Nunca hubo tanta gente en un concierto en la Basílica”, comentó el párroco de Begoña, Ignacio Fernández en aquellos días.

Seis meses después, cuando muchos ya pensaban que el tiempo había borrado las huellas del desastre, la Cofradía de Begoña vuelve a demostrar que la solidaridad no entiende de fechas, que el corazón no se mide en días, sino en gestos. Y en ese gesto, en esa decisión de mantener vivo el flujo de ayuda, late la certeza de que, aunque las aguas hayan pasado, la empatía y la compasión permanecen, como un río que nunca se seca.

Asistieron al acto de entrega el obispo de Bilbao, Joseba Segura, los intérpretes del recital, el director de coros y orquesta, alma mater de la idea, Gorka Sierra; la soprano Olatz Saitua; el tenor José Luís Díaz; la organista Miriam Cepeda, el timbal Lander Bilbao y Carmelo Corada como representante de Cáritas Bizkaia. Se sumaron al encuentro romeros de honor de la Virgen de Begoña como Boni García, Marino Montero y Beatriz Marcos; el sacristán de la basílica, Enrique Franco; las manos pianistas de Giorgina Barrios y Ramón Crespo, la directora del coro Rossini, Ana Begoña Hernández, cofrades de la talla de Jose Andrés Etxebarria, Javier Ugalde y Lander Bilbao, hijo del célebre Mikel Bilbao. Lo vivieron con intensidad.

Porque en la historia de los hombres y las mujeres, en la memoria de las comunidades, siempre hay espacio para la esperanza, para la ayuda que llega desde lo más profundo del alma, y para la certeza de que, en medio de las tormentas, siempre hay un acto de amor que puede cambiar el curso de la historia. Por todo ello fue una mañana de aplausos.