Los compromisos profesionales y una gripe que todo lo embadurna (siendo de Bilbao y sus alrededores queda descartado por completo que el frío hiciese de las suyas...) hicieron estragos. No en vano, el XXVI Consejo Ecuménico de la Orden Botxera de Farolín y Zarambolas, en el que se eligió la Mejor Txirenada del Año 2024 perdió poder de convocatoria con respecto a ediciones anteriores. Una lluvia de whatasapps y mensajes recayó sobre los nuevos cancilleres –Marino Montero, Gontzal Azkoitia y Juankar Bilbao, viejo patrón del Muga, también de baja, vaya por Dios...– con disculpas y sugerencias por las cuatro esquinas. Con todo, la resistencia del Consejo Ecuménico se reunió, como acostumbra en los últimos años, en el Café Lago que hoy gobierna José Ignacio Martínez Ortega, quien ayer se saludaba con su antecesor, el legendario Boni García, al son de los acordes del txistu y el tamboril de Mikel Bilbao y con la nostálgica presencia de José Mari Amantes y Luis Ángel Castresana, que este año no ejercieron de cancilleres. Como es costumbre, decidieron cuál fue, a lo largo de 2024, la txirenada del año, reconocida a la afición del Athletic por su gozosa implicación en la celebración de la Boda de Sevilla (nota del cronista: se recordará así para siempre, la Boda de Sevilla...) y en la subida de la gabarra por la ría. Esas pueden considerarse, como ustedes bien comprenderán, credenciales para un Bilbao de toda la vida.

Miles de athleticzales recibieron a los novios de Sevilla el día de la final

Miles de athleticzales recibieron a los novios de Sevilla el día de la final Cedido

Fueron menos, ya ven, pero bien avenidos. No en vano, alrededor de las golosonas tazas de chocolate del Lago y otras sabrosuras que bien sirvió Irantzu González incorporaron nuevos reconocimientos en los catálogos de la Orden Botxera. Se instituyó el galardón a las Txirenadas Históricas. En su estreno se concedieron a la Bodega Joserra del Casco Viejo (Artekale, para más señas...) en su centenario de 2024 (aseguraban que el acta fundacional es una multa que le pusieron al fundador, tratante de vinos a granel, por servir txikitos de estraperlo a los clientes habituales...) y a los bailes sociales de salón que se celebran en la Estación de Abando los primeros domingos de cada mes. Los organiza la Asociación Bilbo Aretoko Dantza –Bilbotara– y tienen su aquel.

Nuevos, había dicho. En plural. La segunda incorporación fueron los Txirenes Honoris Causa, como si ser de Bilbao de toda la vida fuese una virtud, qué sé yo, académica, universitaria. Los primeros elegidos fueron la sonriente voz de las esquinas Pascual Molongua (le saluraron con un Hola, Potxolo! y la respuesta dolió en el alma al responder “Potxolo ya está txotxolo...”) y el comerciante british Julio Alegría, durante tantos años Mister Smith & Smith.

Miremos , que ya va siendo hora, a los valientes que acudieron a la cita, amenizada por el txistu de Mikel Bilbao. Además de los ya citados no faltaron voces cantantes como las de Eduardo Robles, Hugo Robles, última adquisición de los Cinco Bilbainos para cubrir la triste ausencia de José Antonio Bizkaia, y Agustín Ferrero; Alazne Markaida e Imanol González, de Bilboko Konpartsak; Joseba Rosales, del Ayuntamiento de Bilbao; la actriz Karmele Larrinaga; el patrón de La Ría del Ocio, Arturo Trueba, y Javier Ruiz, casi irreconocible sin bigote tras 17 años con mostacho. Entre los votantes on line, si me lo permiten decir así,se encontraban las actrices Nati Ortiz de Zarate y Gurutze Beitia, el bilbaino más escocés que se conoce, Mani Iturregi, y el más alemán, Enrique Thate; José Antonio Nielfa, La Otxoa, el actor Lander Otaola, los radiofonistas Iñaki Astigarraga y Patxi Herranz, Kepa Elejoste, Jon de Miguel y un buen número de Farolines y Zarambolas de tiempo atrás que, aún queriendo, no pudieron acudier al Consejo. Ya se lo dije, hay días que llegan con la salud torcida o con el zurrón de las obligaciones profesionales bien cargado. Con todo, la Orden se mantiene en pie y con espíritu burlón, como toca.