A la misma hora en la que volaban los misiles iraníes hacia Israel, comenzó en Bidebarrieta Kulturgunea, por segundo día consecutivo, la lectura dramatizada de Paz en la guerra. Se trata de la novela en la que Miguel de Unamuno narra la vida en un Botxo sitiado y bombardeado. El ser humano no aprende del horror, sea en la península Ibérica, en la de Crimea o en Oriente Próximo.
Cada año, el Ayuntamiento de Bilbao conmemora el nacimiento de Miguel Unamuno, que aconteció el 29 de septiembre de 1864, con la celebración de un día institucional y de diferentes propuestas culturales orientadas a traer a la actualidad la obra y la vida del genial filósofo, dramaturgo y novelista que vino al mundo en la calle Ronda.
En esta ocasión, coincidiendo con el 160 aniversario de su nacimiento, y con los 150 años del Sitio de Bilbao durante la guerra carlista, Bidebarrieta Kulturgunea organizó una lectura dramatizada de la obra citada el pasado lunes a cargo de Ramón Barea, Itziar Lazkano, Patxo Telleria, Olatz Ganboa y Adrián García de los Ojos. Sea por el tirón de las actrices y actores, sea por interés del autor, las reservas on line agotaron el aforo de 275 butacas mucho antes de que llegara el día. Por eso fue programada una nueva lectura para anteayer martes.
Cuatro grandes pajaritas de papel rojas y otra tantas negras, en referencia a la afición a la papiroflexia de Unamuno, así como el ramo de flores ofrendado durante la celebración institucional, aguardaban al quinteto de intérpretes en el escenario. A las puertas de la sala, un grupo de personas esperaba a que dieran las siete de la tarde; no habían reservado tique y el aforo se había consumido de nuevo. Al final, hubo personas que no acudieron y todo el mundo pudo pasar. En cualquier caso, no cabe duda sobre el éxito de la iniciativa municipal.
Asistieron Irene Martínez y la andaluza Lucía Gómez, estudiantes del doble grado de Audiovisuales y Comunicación de la UPV/EHU, muy interesadas en Unamuno.
No faltó un buen grupo de integrantes de la Asociación Artística Vizcaina, caso de Francisca Nieto, Ángel Comonte, María Ángeles Pérez Ondiviela, María José Domínguez, Dorita Busto o el expresidente de la entidad, el poeta y rapsoda Fernando Zamora.
Estaban en Bidebarrrieta Kulturgunea Txelo Martín, Marisol Díaz, Itziar Rodrigo, Idoia Doncel, Patricia Salado, María Ángeles Ortube, Jamy Sarmiento, Sonia Marín, Azucena Ruifernández, Pili Vaquero, María Teresa Berrocal, Arguiñe Etxebarria, Txomin Fernández y Tania Suárez.
Acudió el ubicuo Gontzal Azkoitia así como Argi Ahedo, que repetía, además de Rafael y Óscar Díaz, padre e hijo. Vimos al sociólogo, neuropsicólogo y escritor iruindarra Vicente Huizi, con su aire de Unamuno moderno.
Gorka Gómez se acercó por “culturilla”, con su mochila del Athletic a la espalda. Se presentó el dramaturgo bermeotarra residente en Madrid Ozkar Galán, que se quedó sin poder pasar al interior el lunes y lo logró al segundo intento. Galán es autor de una obra que reúne al propio Unamuno, Valle Inclán y Millán Astray. Tres patas muy diversas para un banco.
Al salir, quienes descendieron por el ramal derecho de la poderosa escalinata se encontraron de frente, como cada día, con la vitrina que contiene un enorme busto de Miguel de Unamuno, obra del escultor bilbaino Luis Larrinaga, padre de la actriz Karmele Larrinaga. Quienes optaron por el ramal izquierdo pasaron junto a una vitrina idéntica, que guarda una bomba sin explotar de las caídas allí mismo en 1874.
Siglo y medio después, los carros de combate lanzan sus obuses en Líbano, Gaza, Crimea y otros lugares olvidados. Necesitamos más Unamunos. Y más lecturas de Paz en la guerra. En todas partes.