SE habló tanto y tan bien sobre la cerveza La Salve que dieron ganas de gritar, al levantar el botellín para el brindis, un God save the Queen en su honor. La reina de las cervezas, aseguraban ayer, al recordar los sabores de hoy y las historias de ayer, una década después de su resurrección. Les cuento un pedacito de historia resumida para ver dónde empieza, cuándo se dio un respiro y cómo los dos socios fundadores, En 1886 José Schumann y Cordes, hijo del cervecero alemán Carlos Federico Schumann Strebel, solicitó autorización para la instalación de una fábrica destinada a la elaboración de cervezas y bebidas gaseosas en un recodo de la ría de Bilbao, llamado popularmente La Salve, dicen que porque desde allí se veía la cúpula del santuario de la Amatxu de Begoña. Era una ola de espuma la que bañaba la villa.

Cuentan las crónicas que en un primer momento, la fábrica se instaló en dos de las casetas existentes en la Campa de La Salve. Una de ellas albergaba la bodega y almacén de botellas vacías, carros y demás, y la otra el horno de elaboración de la cerveza, la tina de fermentación, el tostador de cebada, la zona de limpieza de botellas, el depósito de agua, los enfriadores y una zona para la elaboración de bebidas gaseosas.

Entramos en los tiempos de entresiglos. En 1900 fallece Carlos Schumann, por lo que su hijo José se hace cargo también de su fábrica, ubicada desde 1874 en la calle Iturribide número 44 de Bilbao. En 1903 cierra esta fábrica y amplía las nuevas instalaciones de La Salve. En ellas se instala una máquina frigorífica para enfriar la cerveza almacenada en sus bodegas y elaborar hielo destinado a la venta doméstica.

El 28 de noviembre de 1910 muere a los 49 años José Schumann dejando a su viuda, Marina Barasorda, la titularidad de la empresa. Marina decide venderla a la sociedad Viuda e hijos de Francisco Pérez, con la que mantenía relaciones comerciales porque regentaba en Bilbao numerosos negocios de alimentación y hostelería. En 1911 la empresa cambió de nombre para llamarse Fábrica de cervezas La Salve. En los años 1920 instalaron la Cervecera de la Casilla, que se popularizó entre la población, en la que distribuían sus cervezas. Durante las décadas de los años 1950 y 1960 el negocio de La Salve se mantuvo con éxito.

Hasta que llegó la hecatombe. En 1968 el trazado de la autovía de acceso norte a Bilbao expropió parte de las instalaciones de la fábrica. Aquellos terrenos eran necesarios tanto para la futura autovía como para la construcción del puente de La Salve. Diez años después La Salve cerraba y Bilbao se quedaba sin su santo y seña en el universo de la cerveza. Al tiempo desaparecía el Bilbao de las cerveceras.

¿Se acabó la historia...? No. En 2014 aparece en escena una nueva cerveza con la marca La Salve. A modo de telegrama se leía: “No nacemos, despertamos. Surgimos en 1886, callamos en 1978 y en 2014 volvimos para ser la cerveza de Bilbao”. Renació como nació: al compás de Europa, sobre la que ya reinaba una corriente de aprecio a las cervezas artesanas. Los dos socios fundadores, Eduardo Saiz Lekue y Jon Ruiz Ibinarriaga fueron los atrevidos, apoyados en la memoria de la familia Pérez Yarza. Ayer celebraron el décimo aniversario con una visita a la fábrica a la que acudieron Ignacio Cormenzana, director marketing nacional de Mahou San Miguel; la alcaldesa de Bilbao en funciones, Amaia Arregi; la diputada foral, Ainara Basurko; el concejal Xabier Ochandiano, Sergio Corino, María Azkarreta, María Baqué, Fernando Etxabe, Héctor Sánchez, Amets Rodríguez; el presidente de Bilbaodendak, Rafa Gardeazabal; la presidenta de Bilbao Basket, Isabel Iturbe; Miriam Iturriaga, Carlos Lafuente, Borja Elorza, Jon Marín, Iñigo Guitérrez, Ainara Carbaño, Juan Zabala, Aitor Bilbao, Iván Arrue, Alberto Dueñas y otras amistades.