IENTRAS el cliché vincula el idioma francés con pronunciaciones suaves y románticas o al italiano con una gestualización cantarina, la lengua de Goethe sufre peor suerte. La infinidad de veces que los histriónicos discursos de un dictador alucinado, en películas, documentales e incluso parodias, han ocupado todo tipo de pantallas nos conducen a asociar el alemán con sonidos chirriantes. Algo parecido a lo que emitiera un saco lleno de cuchillas oxidadas siendo arrastrado por un pedregal. Sin embargo, como buen cliché, no es cierto en absoluto. Las obras de Hölderlin, Heine, Eichendorff o Celan, entre otros muchos poetas, evidencian que el alemán puede sonar al oído tan romántico como el francés y tan expresivo como el italiano.

Es lo que pudieron comprobar ayer las personas que acudieron al Teatro Arriaga para escuchar la voz del barítono alemán Christian Gerhaher, considerado uno de los mejores liederistas del mundo. Acompañado al piano por su compatriota, el prestigioso músico Gerold Huber, el cantante ofreció un programa compuesto por ciclos completos de Schumann y Debussy. Cantante y pianista llegaban a Bilbao tras triunfar el lunes en el Ciclo de Lied del madrileño Teatro de La Zarzuela y antes de dirigirse al Palau de les Arts, de Valencia.

El patio de butacas ocupado por amantes de la buena música pudo comprobar por qué Gerhaher ha sido merecedor de numerosos reconocimientos internacionales, como el ECHO, el Laurence Olivier Award, el Der Faust o el Gramophone. Además, a sus 51 años, ha grabado una veintena de discos. Según los expertos "posee una voz de barítono lírico, aterciopelada, y una encomiable capacidad de concentración en la interpretación para exprimir al máximo la belleza que encierran poesía y música".

Si Gerhaher rompió definitivamente el cliché acerca de la sonoridad del alemán, Andoni Zubizarreta quebró otro: el que establece que los futbolistas no aprecian la cultura clásica. El legendario guardameta del Athletic, entre otros grandes clubes de fútbol, y exdirector deportivo del Olimpique de Marsella, destacaba por altura en la cola de acceso al atrio del Arriaga. Así que, además de peloteros amantes del reguetón y los festejos populares, también los hay que aprecian a Debussy. Y seguro que Zubizarreta no es el único.

También asistió Itxaso Erroteta, concejala de Juventud y Deportes del Ayuntamiento de Bilbao, junto a su compañero de corporación Koldo Narbaiza, responsable del área de Euskera y Educación.

Javier Esnal, Jon Rueda y el realizador y guionista de Barakaldo Luis Egiraun formaban uno de los pocos tríos que aguardaba la entrada en la plaza del Arriaga. Las precauciones en época de pandemia marcan el modo de asistir a los eventos culturales. Por ello los melómanos llegaron en grupos de dos personas. Fue el caso de Pedro Fernández de Barrena y Justo Alonso. O de Tasun Ginés, con su madre, Maribel Iglesias. Mientras, el director artístico de la ABAO-HOLBE, Cesidio Niño, charlaba durante la espera con la cirujana Maite de la Fuente.

No se perdieron el concierto de Gerhaher y Huber, el pianista y compositor Carlos Imaz, el barítono José Manuel Díaz o el director de coros Basilio Astúlez. Lo mismo que los hermanos Begoña y Javier Cantera, Pedro Blanco,José González, Camino Martín, Patricia Sojo, María Luzarraga o los jóvenes músicos Iker Sánchez y Javier Roldán.

El genial Robert Schumann, autor de la mayor parte de los lieder interpretados ayer en el teatro bilbaino, dejó escrito que le "gustaría cantar hasta morir, como un ruiseñor". Schumann era alemán por los cuatro costados. En el Arriaga le puso la voz otro germano, Gerhaher. La concurrencia ovacionó largamente. Ya sabían que el alemán puede sonar a gloria.

Uno de los más galardonados liederistas del momento, el barítono teutón Christian Gerhaher, actuó ayer en Bilbao

El exguardameta del Athletic Andoni Zubizarreta se acercó al Teatro Arriaga para escuchar obras de Schumann y Debussy