Sopuerta abriendo fuego el primer domingo de marzo, Güeñes por San José y ayer domingo Turtzioz. Enkarterri recobra la normalidad en su periplo de ferias del sector primario, que tiene en el 1 de mayo otra de sus citas de referencia, de vuelta tras las dos ediciones de ausencia por la pandemia.

El entorno del polideportivo acogió la novena edición de la feria agroganadera local con una treintena de puestos. Alimentación, con repostería o miel y artesanía hicieron las delicias de las personas que se congregaron en el recinto. Procedentes de la comarca y turistas de fuera que aprovecharon que en algunas comunidades autónomas también es festivo el 2 de mayo para prolongar el viaje. Tampoco faltaron las txosnas en las que brindar por el deseado regreso del talo y el txakoli. Entre las presentes estaba todo un clásico de las ferias encartadas: Abasolo, de Balmaseda, que en más de una ocasión ha obtenido el reconocimiento del jurado de la Txerriki Azoka de Sopuerta por la calidad de sus chorizos y morcillas.

Una veintena de productores locales tomaron parte en la exposición de ganado, en la que se pudieron contemplar, por ejemplo, ejemplares de Pottoka. Una raza equina muy propia de Enkarterri que jugaba un rol activo en las labores que se desempañaban en los caseríos.

De la misma manera que el perro villano de las Encartaciones, cuya sexta monográfica tuvo lugar ayer domingo bajo la organización del Club Villano de las Encartaciones, que trabaja para la preservación del estándar de la raza y una población que lo aleje del peligro de extinción. Un grupo de veterinarios, criadores y profesionales relacionados con el mundo canino creó el Club Villano de las Encartaciones en el año 2004. La entidad canaliza un libro de origen de la raza que guíe una línea genealógica a través de la cual llevar un control de las camadas. En certámenes como el de ayer domingo muchos criadores aprovechan la ocasión de que sus canes sean valorados por expertos que verifiquen que los villanos cumplen con el estándar racial. Contrariamente a la impresión que algunos se llevan al contemplarlos, se trata de perros de carácter “equilibrado, obediente, alegre y vivaz”, como los describe la orden del Boletín Oficial del País Vasco del 28 de febrero de 2018 que definió las características de la raza. Así lo percibieron también quienes pudieron presenciar el certamen. Entre ellos, numeroso público infantil.

Además, el Ayuntamiento habilitó un tren chu chu para acercar a quienes lo desearan hasta el centro, donde pudieron entrar en la iglesia de San Pedro de Romaña, que conmemora su quinto cinco centenario hasta el mes de junio. El sábado más de cien personas estaban convocadas a una comida de hermandad en el frontón como parte del programa de actos. De esa forma comenzaba el fin de semana con el broche de oro de la feria.