- 2020 se presentaba con unas perspectivas inmejorables. Sumaban multitud de reservas procedentes del extranjero con vistas a Semana Santa y numerosos alojamientos colgaron el cartel de completo para las fechas de la Bienal de la Máquina Herramienta y la Eurocopa en Bilbao. Entonces, a mediados de marzo todo se derrumbó. El coronavirus no solo ha dado al traste con las previsiones, sino que les ha obligado a instaurar nuevos protocolos para extremar la seguridad. Con la apertura de fronteras, hoteles y alojamientos rurales afrontan su prueba de fuego para la temporada alta. En Enkarterri han depositado sus esperanzas en el turismo de calidad y cercano, en lo geográfico y en el trato personal.

Desde el Hotel San Roque, de Balmaseda, califican de "devastador" el panorama, porque "se ha cancelado todo lo que había" y hace unas semanas, con la autorización para moverse entre la misma comunidad autónoma, "empezamos a recibir llamadas para verano", según explica la directora comercial, Viviana Castellano. Por todo ello, "las previsiones son inciertas y no podemos hacer ni una planificación semanal". Además, las bodas con las que contaban para este año se han aplazado. El establecimiento acondicionado en un convento del siglo XVII cuenta con 19 habitaciones en las que se han reforzado las medidas de limpieza e higiene para minimizar el contacto físico. Entre otras, se han adherido al sistema de check-in on line promovido desde la asociación de turismo Enkartur. Una aplicación proporciona a los huéspedes un código para entrar en la habitación "y allí tienen a su disposición la llave desinfectada para la guarden durante toda su estancia". Cuando se marchan la dejan para que vuelva a pasar por limpieza.

"Nunca pensamos que ocurriría esto. Desde luego que el impacto del coronavirus está resultando negativo, pero dentro de lo malo que supone intentamos sacarle partido adaptándonos sin efectuar grandes inversiones", señala. Por ejemplo, "hemos aprovechado para actualizar la carta gastronómica".

En el Hotel Ibarra, de Zalla, en junio empezaron a recibir llamadas "de gente que venía por trabajo", mientras que el turismo iba despertando "más tímidamente". Para agosto "esperamos algo de Barcelona y Madrid, pero va lento y pensamos que funcionarán las reservas de última hora por la inquietud de qué sucederá, porque me imagino que en las grandes ciudades querrán salir después de tanto confinamiento", expresa José Gallarreta.

La mayor parte de las doce habitaciones, tienen acceso independiente a la calle, "lo que facilita la puesta en marcha de protocolos sanitarios adicionales. Carecen de ascensor y el desayuno, "que antes era bufé, ha pasado a servirse en raciones cerradas".

La habitación "no se encarece, es más, ha bajado de precio para hacer el alojamiento más atractivo". Antes de la pandemia "se avecinaba un año tremendo de trabajo". De cara a la parte de la Eurocopa que iba a disputarse en Bilbao, "habían reservado muchos extranjeros que preferían alojarse algo más lejos de la capital o los precios de la ciudad les parecían demasiado elevados y estaba la bienal de máquina herramienta, que se aplazó a noviembre".

"Todo se ha ido al traste", lamenta Milagros Eskuza, del agroturismo Lezamako Etxe, de Sopuerta, quien "en treinta años no había visto nada igual". "Un grupo de Catalunya que vino a trabajar para reparar una máquina en una empresa" fue la primera reserva todavía en confinamiento. Los fines de semana se fueron animando progresivamente "grupos de Bizkaia", cuando solo se permitían movimientos dentro del territorio histórico.

Para agosto "había valencianos que pensaban venir dos semanas, pero no se atreven tal y como están las cosas". "Alquilamos la casa entera, con seis habitaciones. No hemos instalado mampara, sí productos de limpieza, termómetro y hemos cambiado toda la ropa, utilizando colchas de un solo uso", describe. "Económicamente esto no lo recuperamos tan rápido", prevé.

La gestión de Lezamako Etxe es de carácter familiar. Además, su marido es el último Chacinero Mayor de Euskal Herria, designado en la Txerriki Azoka de Sopuerta, uno de los últimos eventos multitudinarios celebrados antes del estado de alarma. "Los dos llevamos negocios de autónomos y los dos han sido un caos y además, hoy nos transmiten una cosa y mañana, otra, lo que provoca inseguridad", se sincera.

"No he visto nada igual en treinta años; tan rápido no nos vamos a recuperar económicamente"

Casa rural Lezamako Etxe, de Sopuerta

"Teníamos muchas reservas para la Bienal de Máquina Herramienta y la Eurocopa"

Hotel Ibarra, de Zalla