cruzar el estrecho y plantarse en Marruecosdedicación y espíritu solidario las clases de estos ocho alumnos del Grado Superior de Automociónel galardón al emprendimiento social en la XIV Edición de Premios de Emprendimiento de Tknika.

Mientras tomaba forma su participación en la prueba solidaria que reunió a estudiantes de entre 18 y 28 años al volante de vehículos que superaran los veinte años de antigüedad, se plantearon cómo dar respuesta a la necesidad que habían detectado en años anteriores: "la problemática para desplazarse a las escuelas desde determinadas aldeas" localizadas lejos de los colegios, lo que obliga a los escolares a recorrer kilómetros soportando las temperaturas extremas de áreas próximas al desierto, detallan desde el centro.

Para conseguirlo constituyeron la cooperativa sin ánimo de lucro Talleres sin Fronteras dentro del programa Ikasenpresa y "trabajaron sobre diferentes aspectos, como la búsqueda de material, bicicletas, difusión del proyecto en medios de comunicación, financiación o formación" cubriendo los pasos como si se tratara de una iniciativa ya propia de la edad adulta. El camino recorrido desde el mes de septiembre "les ha permitido desarrollar competencias técnicas, trabajo en equipo, iniciativa y asumir riesgos; en definitiva, desarrollar competencias que les enriquecen".

El Gobierno vasco financió, a través de ayudas al emprendimiento, el material que transportaron para poder impartir en las dos escuelas seleccionadas por la organización en Marruecos un curso de reparación e implantación del taller, con la confianza de que los lugareños siguieran adelante con el proyecto cuando la caravana de Uniraid abandonara el país.

Realizaron un llamamiento "a la colaboración de familias, alumnado y profesorado del centro, así como de particulares" para que donaran bicicletas o patrocinaran la causa. Antes de partir, recibieron "formación específica en reparación" por parte de la tienda de deportes Demobike, ubicada en Zalla.

"Queremos llevar tres o cuatro bicis en cada uno de los cuatro coches y montar pequeños talleres", transmitía Mikel Rama, uno de los ocho componentes de la expedición ya en la recta final antes de encender los motores.

Tras una despedida por todo lo alto en San Viator el 11 de febrero, se enfrentaron a siete etapas sorteando carreteras de montaña, pistas, arena y dunas. En el transcurso de Uniraid, los participantes pudieron dormir en campamentos en el desierto. Todo ello, contando solo con un libro de ruta y una brújula, ya que estaban prohibidos los GPS y cualquier otro dispositivo electrónico que les ayudara a orientarse y a superar las pruebas de estrategia planteadas. La edición 2020 incorporaba una etapa maratón de dos días en el desierto, otra de navegación nocturna y un reto en la cordillera del Atlas el primer día transitando por parajes de nieve y barro a 2.200 metros de altitud.

El componente benéfico del viaje a Marruecos de alumnado procedente de distintos países es esencial en cada convocatoria de Uniraid. En este sentido, la comitiva de Sopuerta ha encontrado en sus predecesores excelentes consejeros para volcarse con la iniciativa. Otros años San Viator aportó hornos solares áreas del desierto que carecen de leña, diseñó una plantación de palmeras con un sistema de riego por goteo accionado mediante energía solar, equiparon aulas informáticas para tres escuelas, entregaron máquinas de coser, ayudaron a modernizar el sistema de extracción de agua de pozos en aldeas remotas y contribuyeron a optimizar el sistema de iluminación al introducir tecnología led, con un ahorro resultante del 90%, muy valioso para los habitantes de los poblados.

Los estudiantes donaron bicicletas y enseñaron a la juventud cómo arreglarlas para facilitar sus largos desplazamientos a la escuela