TRAPAGARAN. Un género contemporáneo al que Amparo aporta un puntillismo preciosista, perturbador, casi obsesivo, que dificulta al espectador diferenciar con nitidez cual es el motivo original y cual el artesanal trabajo de esta sexagenaria capicúa a la que marcó una educación “de compromiso”. “Yo soy muy exigente con lo que hago. No me importa el tiempo que me lleve o las veces que tenga que corregir, pero no dejo una obra hasta que no la veo tal como la había imaginado en mi mente. Yo en mi vida tengo más que mirar para atrás que para adelante por lo que no tengo ni prisa ni compromiso por hacer un obra en plazo pero sí en hacerlo lo mejor posible”, señala esta profesora de academia jubilada que vino al mundo en la casa de sus padres en el barrio de Zaballa.

Caleidoscópica en sus planteamientos técnicos, Salazar Otxoa cultiva sin purismos desde la plumilla al carboncillo sin desdeñar el pastel, el óleo o la acuarela como técnicas a las que recurrir aunque confiesa que esta última modalidad pictórica “me resulta muy laboriosa. Por contra lo que más me gusta sin duda es trabajar con óleo”, sostiene esta mujer que destaca que ella no tuvo un modelo a seguir. “Mi padre era un trabajador de la General y perdí pronto a mi madre por lo que el gusto por la pintura es algo que ha tenido que ser innato”, comenta esta risueña artista que tampoco tiene fronteras mentales a la hora de fijar sus modelos o las preferencias temáticas con las que trabajar. Amparo no se arredra y a pesar de que apenas lleva 6 años desarrollando en madurez el dibujo artístico, le basta para reproducir cuadros, fotografías y todo tipo de objetos diversos. “A mí lo que me gusta es reproducir temas que me hayan causado personalmente alguna impresión”, señala Amparo.

ALPINO

“Yo de pequeña, cuando llegaban los Reyes Magos siempre esperaba que me regalasen aquellas pinturas de madera de Alpino que venían en un estuche con un paisaje y algunos cuadernos con plantillas para dibujar y pintar”, rememora esta mujer que tras acabar el Bachiller obtuvo una beca para estudiar Ingeniería Técnica Química en una Universidad laboral. “A mí de pequeña siempre se me dio muy bien el dibujo artístico y de hecho sacaba muy buenas notas por lo que me vino muy bien esa base. Luego durante los años de estudio practiqué mucho con el dibujo lineal pero me alejé del dibujo artístico que era el que a mí más me gustaba”, apunta esta mujer a la que desgraciadamente le pilló los años duros del desmantelamiento industrial en Ezkerraldea desviando sus alternativas laborales hacia el mundo del comercio -como dependienta- y posteriormente hacia la enseñanza privada donde alcanzó la reciente jubilación legal que ahora disfruta.

“Curiosamente retomé mi afición por el dibujo artístico hace aproximadamente unos 6 años después de haber pasado por una convalecencia por enfermedad. Me animé y me apunté aquí en El Valle a una academia donde en estos años he estado mejorando las diferentes técnicas”, resume Amparo, que cuenta entre sus obras con numerosos paisajes, bodegones, motivos florales, elementos decorativos, retratos, ... y un largo etcétera de temas que pueden verse en el Palacio Olaso hasta el día 22 de octubre de lunes a viernes en horario de 9.00 a14.00 y de 16.00 a 20.00 horas. Allí puede verse por ejemplo su último trabajo, la reproducción de un cuadro llamado La joven de la perla, también conocido como la Mona Lisa holandesa y que fue pintado por Johannes Vermeer en 1665. “Algunos cuadros ya los tengo casi vendidos aunque no se yo...”, señala reticente esta mujer, que sobre todo quiere disfrutar pintando su realidad como cuando de niña le regalaban las pinturas de madera.