LA séptima edición de la prueba Pedales de Hierro puso nuevamente de relieve el acierto del Ayuntamiento de Trapagaran a la hora de idear una actividad deportiva encaminada a atender a la afición del mountain bike que cada vez crece con más ímpetu y reclama oportunidades para disfrutar de este deporte que aúna la actividad física con el disfrute de los paisajes naturales y los heredados de la minería industrial en los montes de Triano. Prueba de ello es que nuevamente el aforo de esta carrera no competitiva alcanzó su tope con 650 corredores inscritos de los cuales se personó en la línea de meta de Juan Sebastián Elcano un altísimo porcentaje. Un reto que contaba con dos posibilidades, una ruta larga de 51 kilómetros y otra más corta de 32 kilómetros para permitir que los corredores pusieran a prueba su pericia y aguante.

Todo ello a pesar de que como denunciaba por megafonía a pie de meta Rubén Sanz, presidente de la empresa Aire Norte, coorganizadora de la cita junto con el Ayuntamiento de Trapagaran y el club ciclista local Katalino. “Hemos visto como algunas personas se han dedicado a retirar las marcas que habíamos instalado para marcar el circuito lo que nos ha obligado a un trabajo extra para reponerlas. Da rabia esta actitud no solo porque han echado abajo el trabajo de un montón de personas del club Katalino si no porque ello ha hecho que algunos corredores se hayan perdido durante un buen rato hasta que han vuelto a la senda correcta”, lamentaba Sanz quien coordinó ayer a más de cien personas, entre miembros de la organización y voluntarios, que atendieron la prueba ciclista en la que también participaron cerca de un centenar de corredores invitados por los numerosos sponsors y colaboradores de esta prueba, entre ellos DEIA.

Una cita que partió este año con un hándicap como es el cambio de la fecha de celebración habitual necesario para mantener el aforo que con mucho esfuerzo se ha logrado en estos años. “No ha quedado otra que estar a lo que señalaba el decreto de la Diputación Foral de Bizkaia que ha fijado unos límites muy estrictos en cuanto al número de participantes en un determinado período del año en el que se encontraba Pedales de Hierro. Ello nos llevó a retrasar la celebración de la prueba y aunque teníamos esa duda sobre la respuesta al cambio del calendario, esta no ha podido ser más positiva por parte de los corredores”, valoraba Rubén Sanz mientras atendía la logística de esta jornada que se ha convertido en una gran fiesta del ciclismo popular.

No solo por el hecho de que Pedales de Hierro no sea una prueba competitiva si no porque su planteamiento abarca a toda la familia posibilitando una jornada en la que, junto al disfrute del ciclismo de montaña para los mayores de 16 años, se fomenta el deporte de las dos ruedas como una práctica saludable desde la más tierna edad. Para ello, Pedales de Hierro cuenta con un espacio dedicado al disfrute de un circuito de educación vial donde los más pequeños a bordo de su bicicletas se familiarizan con las señales y otros elementos del tráfico como los semáforos y sus significados. “Ellos se lo toman como un juego, un divertimento pero sin querer están absorbiendo comportamientos correctos como usuarios de una vía y eso siempre queda”, reseñaba uno de los monitores que atendía el circuito formativo y el aledaño espacio de yincana con diferentes obstáculos. “Aquí lo que hacen es coger confianza en el manejo de la bicicleta con rampas y suelos irregulares”, defendía el monitor.

Fue este componente familiar el que hizo que los alrededores del polideportivo de Trapagaran fueran por momentos una inmensa concentración de personas de todas las edades. Allí se congregaban desde los aficionados al ciclismo -que en Trapagaran son muchos por su larga implicación con este deporte-, corredores que iban finalizando sus recorridos hasta las familias con niños en los hinchables y en los circuitos, lo que convirtió la zona en un hervidero con varios cientos de personas de que aguantaron estoicamente el sol otoñal que ayer presidió los Pedales de Hierro.

Una jornada muy propicia para andar en bici por los montes de Triano y disfrutar de la actividad física y de los paisajes de la zona alta del municipio. Algo que conoce de maravilla Joseba León, el corredor trapagarandarra que ayer volvió a cruzar nuevamente destacado en la meta de la carrera larga de 51 kilómetros y que se mostró encantado con una prueba en la que se dieron cita algunos nombres destacados del ciclismo vasco como el excorredor profesional David López o Asier Bengoetxea, ciclista que hizo un gran papel en la última Titan Desert. Sin embargo, el más rápido en la carrera larga fue Lander Aretxederreta con un crono de 2h37:56 mientras que Joseba León paró el crono en 2h38:46 segundos. “Ha sido un gran día. Es la prueba de mi pueblo y encima hay un gran ambiente. Yo soy un poco friki del ciclismo que recorre el mundo buscando las pruebas más espectaculares pero esta prueba tiene un sabor especial”, señalaba este ciclista minero que este año se incorporará al calendario de ciclocros. “En esta zona había necesidad de organizar una prueba y Pedales de Hierro vino como anillo al dedo para la afición porque además es una prueba que puede practicar todo el mundo”, abogaba el ciclista que comenzó su carrera en la escuela del Club Ciclista Trapagaran.

En la marcha corta, el más rápido fue Aitor Ispizua con 1h39:42 segundos mientras que la primera mujer en cubrir estos 32 kilómetros fue Emilia Rodríguez en un tiempo de 2h37:11.