Las lamias regresaron ayer a Lamiako con motivo de la Maskarada después de dos años sin poder celebrarse por la pandemia. Como es tradición, el último viernes de mayo un desfile repleto de historia y colorido dio inicio a las fiestas de San Máximo de Lamiako, donde cada año la tradición y la leyenda se dan la mano como elemento de expresión cultural desde hace más de cuatro décadas.Una liturgia que pese a los dos años de parón demostró estar más viva que nunca y contar con un próspero relevo generacional. Más de medio centenar de personas ofrecieron un espectáculo mitológico donde la música y la danza se unieron en una fiesta en la que se vuelcan todos los vecinos.

De esta manera, las calles del barrio leioaztarra volvieron a disfrutar con la tradicional representación de bailes, música, historia y un akelarre como colofón final. Un recorrido lleno de color y ambiente que representa el enfrentamiento entre el cristianismo y la mitología vasca, además de la historia de la lamia que da nombre al barrio, y que está basada en la obra El canto de la Lamia, de Antonio Trueba.

Teatro de lamias, gigantes, deidades y abades se dieron cita en la representación de Lamiako. Personajes de la mitología vasca como Mari, madre de todos los genios; Sugaar, jefe de las lamias; el fuerte Basajaun; Aker, familiar con varias personas a sus órdenes; Galtzagorri, mal espíritu para los cristianos; Ieltxu, pájaro que escupe fuego; Inguma, genio de la noche, junto con el personaje de Tartalo.

Según la leyenda, Prudentzia, una joven que vivía en el monte Berriz, tuvo la desgracia de que su marido Martín se cayó de un castaño y murió. Al cabo de dos meses, nació su hijo: Inaxio. Con sacrificio, le sacó adelante e intentó que siguiera la tradición de sus padres de trabajar la tierra. Sin embargo, cuando Inaxio tuvo edad de hacerse cargo del patrimonio familiar lo rechazó, vendió el caserío y cumplió su sueño de hacerse a la mar. Entonces, Prudentzia se quedó triste al pie del castaño donde yacía Martín, mirando al horizonte hasta que desapareció la nave de su hijo. Una tarde, en el pináculo de Berriz, divisó una vela blanca que llegó a las junqueras de Ondiz y pensó que Inaxio regresaba. No fue así. Entonces intentó llegar a su casa, pero murió en las junqueras. En aquel momento se escuchó el canto de las lamias y se dice que Prudentzia se convirtió en una de ellas.

Escenificación

El relato de Prudentzia, la joven que se convirtió en lamia, se escenificó, como manda la tradición, en tres actos. El primero comenzó en el cruce de la calle Langileria con la subida a Gaztelueta. Desde allí, la fanfarria, el cuerno los gigantes y una cadeneta compuesta por el pueblo y encabezada por el personaje Maiatza recorrieron el pueblo anunciando el comienzo de la Maskarada a los sones de la música hasta la plaza de la estación de Lamiako donde los componentes del grupo de baile Lamiako Txikiak y el pueblo invitaron a todos a unirse a la Maskarada. Poco antes de las 17.30 horas los más txikis aguardaban con impaciencia el comienzo del desfile y, especialmente, la acción de los cabezudos. Posteriormente, a las 18.00 horas, se llevó a cabo una presentación de los personajes mitológicos en la plaza del metro para incorporarse a la Maskarada y ser invitados al akelarre posterior. En el recorrido les acompañó Prudentzia, la cual preguntó por su hijo perdido. Pero, sin duda, el momento mágico llegó sobre las 22.30 horas, cuando todos los elementos se fusionaron creando un ambiente místico en el akelarre, donde participarán todos los personajes de una Maskarada que volvió a recuperar la calle.l

l Historia. Desde 1979, las calles de Lamiako celebran el último viernes de mayo una tradición mitológica con personajes, máscaras, canciones y bailes. El objetivo es ahondar en los orígenes de este barrio de Leioa.

l Memoria. Los vecinos y vecinas del barrio realizaron una ardua labor de búsqueda de información, haciendo consultas a las personas mayores, y gracias a la ayuda de todo el barrio se consiguió todo lo necesario: escenarios, vestuario, máscaras, etc.