La etapa final de su formación como enfermera se convirtió el año pasado en un baño de realidad con la llegada de la pandemia. Pasó de las aulas al servicio de urgencias de un hospital malagueño. De hecho, sus últimas prácticas clínicas fueron "suspendidas", recuerda Marta Campos, malagueña de 23 años, cuya primera experiencia laboral ha sido ir a la guerra contra un enemigo invisible, una lucha sin cuartel en primera línea frente al coronavirus. Sin embargo, ni siquiera una crisis sanitaria le ha permitido encontrar cierta estabilidad laboral. A finales de septiembre, coincidiendo con la llegada del otoño y la segunda oleada del covid-19, se le terminó el contrato en Málaga. "El panorama laboral allí está complicado", indica. Aficionada al balonmano desde los 7 años, gracias a una amiga se le abrió un nuevo horizonte laboral. "Me comentó que en el hospital de Urduliz necesitaban gente. Al día siguiente me llamaron y en dos días tomé la decisión de venir para aquí", rememora. Hizo las maletas y se cruzó la Península, de sur a norte, casi mil kilómetros, para dejar atrás por primera vez su Málaga natal e instalarse en Urduliz.

En el hospital Alfredo Espinosa se integró en el equipo de cribado masivo con la misión de realizar pruebas PCR y desde el 1 de febrero trabaja en la planta destinada a enfermos de covid-19. Aunque la situación sanitaria pueda parecer distinta tras el levantamiento del estado de alarma, Marta advierte de que el virus sigue ahí. "Hace menos de un mes, después de Semana Santa, hemos tenido un pico de casos importante, con la planta casi llena. En apenas un par de días empezó a ingresar mucha gente. Se daban dos altas y te pedían tres camas de urgencia, fue un poco locura", reconoce. No obstante, explica que la situación ahora está más estabilizada aunque subraya la edad de los nuevos ingresos. "Es gente mucho más joven que antes, personas de treinta y poco años; la media se sitúa en torno a menores de 50 años. Sin duda, la vacunación ha ayudado a que no ingresen personas mayores", expone.

En este sentido, anima a que se mantenga la guardia alta. "Las personas que están ingresando tienen toda la vida por delante y se llegan a poner muy malos", advierte. A pesar de las circunstancias que le ha tocado vivir, no lamenta que el final de su formación se haya solapado con una pandemia. "Es una profesión vocacional y me encanta, si hay una guerra contra el virus, hay que luchar y si viene lo peor, ahí estaremos", destaca.

Por otro lado, después de un año del inicio de esta pesadilla, todavía recuerda los aplausos al personal sanitario. "Con la pandemia se ha empezado a valorar el trabajo de los sanitarios, pero aún falta mucho por hacer. Al inicio todo eran aplausos y se valoraba nuestra labor, pero estamos volviendo a lo de antes", lamenta al tiempo que entiende que "la gente esté cansada de confinamientos, restricciones, cierres perimetrales, etc.".

Sobre esta línea, además de su vocación sanitaria, Marta es una gran amante del deporte, concretamente del balonmano, afición que cultiva desde su etapa escolar. Empezó la temporada en un equipo malagueño de Segunda División, el Rincón Fertilidad Málaga Norte, y la va a concluir en el Easygas Berango-Urduliz Eskubaloia. Precisamente, con el club de Uribe Kosta aspira a lograr el ascenso a la División de Plata, la segunda categoría a nivel estatal. "Clasificarnos para el play off, la primera vez que el club lo consigue", indica. Todo ello en una temporada repleta de contratiempos. "Ha sido muy dura por los parones, con falta de ritmo de competición, pero el equipo ha trabajado muy bien", afirma mientras reconoce que tiene que hacer malabarismos para compatibilizar su trabajo a turnos en el hospital con su pasión deportiva. "He tenido el apoyo de mis compañeros de trabajo, que son maravillosos, y no me he perdido ningún partido esta temporada. Además, el club también me ha ayudado mucho porque no me imagino la vida sin el balonmano, mi padre también jugaba y me viene de familia", resume.

Respecto a la fase de ascenso, que disputarán del 4 al 6 junio, y cuyos rivales y sede conocerán mañana, sostiene que a pesar de la juventud del equipo sueñan con hacer algo grande y lamenta que no puedan vivir esta experiencia con la afición. "Me habían hablado muy bien del ambiente que se vive aquí en los pabellones, me ha dado pena no poder disfrutarlo, a ver qué tal la temporada que viene...", reflexiona Marta, que ocupa la posición de central, dirigiendo el juego de ataque y comandando la línea defensiva. Una sanitaria deportista que sueña con dos objetivos: el final de la pandemia y el ascenso de categoría.

En breve

Lugar de nacimiento. Málaga capital.

Edad. 23 años.

Estudios. Graduada en Enfermería.

Afición. Juega a balonmano desde los 7 años, un deporte que le viene de familia.

Equipo actual. Easygas Berango-Urduliz Eskubaloia. Anteriormente en el Rincón Fertilidad Málaga Norte.

Posición. Central.

Dorsal. 23.

Fase de ascenso. Junto a sus compañeras peleará el próximo 4,5 y 6 de junio por el ascenso de categoría a División de Plata, la segunda categoría estatal.

Plantilla. Está formada por un total de 17 jugadoras con una media de edad que ronda los 20 años y que, en su gran mayoría, se han formado en la cantera del club.

Su técnico del equipo Berango-Urduliz, Diego Izquierdo, destaca de Marta Campos su gran "visión de juego" a nivel ofensivo, así como su buen "uno contra uno". En el aspecto defensivo, subraya su "capacidad de anticipación" para leer las jugadas del rival y adelantarse. Además, tiene experiencia en la División de Plata.

"Es una profesión vocacional y me encanta; si hay una guerra contra el virus, hay que luchar"

"Clasificarnos para el 'play off' de ascenso ha sido un hito, la primera vez que el club lo consigue"

Enfermera y jugadora de balonmano