Fiel a su cita con la Navidad, Luis Ibáñez, más conocido como el belenista de Durango, presenta nueva creación. Se trata de una nacimiento ambientado en el mirador de las tres cruces de Urkiola. Como siempre, el Belén cuenta con todo tipo de detalles que completan a las mil maravillas la estampa navideña. “Subí a Urkiola a principios de año cuando estaba nevado para sacar fotos y empezar a darle forma. Todo lleva trabajo, cada uno tiene su complicación y en este caso tuve que darle bastante altura para que el mirado quedase bien. Le he dedicado alrededor de unas 400 horas”, explicó el artista añadiendo que “cuando terminan las navidades y retiro los belenes empiezo a trabajar en el del siguiente año”.

Con un tamaño de dos metros por 1,70 metros, medidas justas para poder instalarlo en una panadería del casco viejo, el trabajo podrá verse durante todas las fiestas navideñas. En la creación de este año se ha esmerado para que los montes que pueden verse desde el mirador, Untzillaitz y Mugarra, entre otros, se acerquen lo máximo posible a la realidad. Tampoco podían faltar las tres cruces realizadas a escala con un portal de un caserío donde además de Jesús, María y José, les acompañan también la mula, el buey, unas ocas, un perro y un gato. Con los árboles creados gracias a ramas recogidas en el mismo mirador de Urkiola, que cuida con mimo hasta el más mínimo de talle, ha introducido en el Belén detalles como unos pimientos choriceros, panes, la ristra de ajos, un cubo con leche y hasta quesos.

Precavido y muy fiel a los plazos que suele marcarse, “para Semana Santa ya lo tenía más o menos terminado porque luego me gusta ir perfeccionando los detalles”, reconoció su creador. Como viene siendo habitual, además de esta nueva creación, Luis repartirá otra decena trabajos, la mayoría dioramas, en diferentes comercios y establecimientos de la localidad y uno en Berriz. “Me gustaría poder organizar alguna visita guiada en diciembre para explicar los diferentes trabajos. Todo dependerá de cómo evolucione la situación”, reconoció con cautela.

Las pasadas navidades no pudo abrir su lonja de la calle San Francisco para poder organizar las demandadas visitas guiadas a una exposición que cuenta con más de un centenar de figuras -una treintena se mueven-, tres bombas de agua, ventiladores para el humo y una maquina para hacer nieve. Además de hacerse de noche y de día, su autor ha conseguido que cuando haya tormenta y relámpagos el naranjo huela. La muestra había adquirido un carácter solidario, ya que la entrada suele ser gratuita, pero el dinero recaudado de las aportaciones voluntarias de los visitantes se dona a la Asociación de Lucha Contra el Cáncer de Bizkaia. “El año pasado no pude abrir la lonja, pero este año tengo todo preparado y espero que la gente pueda pasarse”, deseó el belenista.

Pasión desde niño

Pintor jubilado y riojano de nacimiento, lo que comenzó como un simple hobby se ha convertido con el paso del tiempo en su gran pasión. Muestra de ello, lleva alrededor de siete años exponiendo sus belenes, que se han consolidado como uno de los grandes atractivos de las navidades en Durango. Repasando sus inicios, con apenas doce años y viviendo ya en el municipio durangarra ganó un certamen de belenes infantiles al que se presentó. Han pasado 60 años desde aquel reconocimiento y “sigo disfrutando como un niño”, valoró satisfecho Ibáñez.

Como viene siendo habitual por estas fechas, la agenda de Ibáñez gira en torno a belenes que se van instalando en diferentes puntos. Así, las visitas a Gasteiz, Bilbao o hasta La Rioja se convierten en habituales en navidades. “Es algo que encanta hacer coincidiendo con la llegada de la Navidad. Siempre aprendes algo y me gusta ver otros trabajos por cada uno tiene su gracia. Para mí esto es una manera de pasar el rato y se ha convertido en una pasión”, zanjó el artista.

“Subí a Urkiola a principios de año cuando estaba nevado para sacar fotos”

“Le he dedicado alrededor de unas 400 horas y sigo disfrutando como un niño”

Belenista de Durango