ESDE el inicio del presente curso escolar, el alumnado de Bachillerato de El Carmelo Ikastetxea de Amorebieta-Etxano comparte vivencias y experiencias a través de un programa intergeneracional con las personas mayores de la residencia José María Azkuna. Un vínculo afectivo y una dinámica de trabajo que se vio abocada al fin, dada la excepcionalidad de la situación actual, pero que pese al confinamiento sus protagonistas mantienen por medio de correos electrónicos, vídeos y mensajes.

Pese a la suspensión de la actividad escolar, los alumnos de El Carmelo no han querido perder el vínculo que habían creado con los usuarios de la residencia, gracias al Proyecto Alzhéimer y por ello comenzaron a grabar vídeos y a escribirles cartas para saber de ellos y animarles en estos momentos de aislamiento.

Jon Rojas, profesor del colegio, explica que el trabajo que se había hecho hasta ahora “estaba trayendo muchos beneficios a ambas partes, creando lazos afectivos entre estos jóvenes y los residentes. Ninguna de las dos partes quería dar por concluido este proyecto, de modo que hemos adaptado la comunicación”.

De esta forma surgió la iniciativa Adopta un abuelo en el que “a día de hoy, cada alumno se centra en un residente diferente. Cada uno se ha comprometido semanalmente a escribir una carta o a grabar un vídeo personalizado paraa cada uno de los residentes”, explica el profesor.

Y viceversa

Por su parte, la residencia José María Azkuna recoge las reacciones y graba las respuestas de los residentes para que los alumnos lo puedan ver desde sus casas. Tal y como explica Ziortza Villegas, técnica de animación sociocultural de la residencia, “a los mayores les hace mucha ilusión, ya que hay una muy buena relación entre muchos de ellos, y les contestan siempre que pueden”.

El Proyecto Alzhéimer surgió en noviembre de 2014, cuando esta residencia de personas mayores y el colegio crearon este programa intergeneracional. En septiembre de 2019 los nuevos alumnos de Bachillerato comenzaron su relación con las personas mayores de la residencia y, tras un mes de formación, en octubre comenzaron a interactuar con los residentes que presentaban menos dificultades de comunicación, a los que acompañaban en actividades de terapia.

Ahora, las circunstancias han cambiado, pero la relación que habían establecido no entiende de confinamientos ni de restricciones, por lo que, tecnología en mano, y ahora más que nunca tanto unos como otros seguirán estando ahí.

Cada alumno se centra en un residente al que semanalmente escribe una carta o le graba un vídeo para mantener su relación