Solo dos de las siete galerías comerciales que hay en Bilbao se salvan de la más absoluta de las decadencias. El corredor de Indautxu -ubicado bajo el parque del mismo nombre-, y la singular galería de Fernández del Campo han logrado reflotar en los últimos años gracias a empresas creativas y relacionadas con diferentes artes. Un taller de cerámica, un diseñador de sombreros, una empresa de comunicación, otra de decoración del hogar, una escuela de ballet y otra de judo y una firma de muebles son algunos de los negocios que han dotado de vida a estos espacios. Gracias a estas actividades, que han ido ocupando los locales que se quedaron vacíos, estas galerías no han acabado agonizando como el resto de los corredores de la villa, en los que hoy en día apenas se asoma actividad comercial, ni hostelera, y cuya imagen es desangelada y deteriorada.

"En Bilbao A diferencia de otras ciudades europeas, aquí somos más de estar en la calle y para un negocio siempre es una opción segura ubicarse en la calle y no dentro de una galería", asegura el gerente de la asociación BilbaoCentro, Jorge Aio.

Las Galerías Reales de Saint Hubert, construidas en 1847, fueron las primeras galerías comerciales de Europa. Posteriormente estos espacios cubiertos se fueron exportando a otras ciudades. En la capital vizcaina hay siete espacios subterráneos. Hubo un tiempo en que fueron más: Isalo, Zabalburu, Deusto, Ercilla, Urquijo, las galerías ubicadas justo debajo de la plaza Indautxu y la de Fernández del Campo. De todas estas, únicamente las dos últimas se resisten a terminar languideciendo, oscuras y llenas de locales vacíos.

Negocios de oportunidad, como agencias de comunicación, talleres de diseño, de decoración o escuelas privadas han ayudado a que estos subterráneos vuelvan a florecer, devolviéndoles esa identidad que un día perdieron. "Cuando el comercio se instala en una galería o en una calle esos espacios se transforman en zonas seguras y con encanto", añade Jorge Aio. La clave para que estos corredores vuelvan a recuperar el brillo de antaño es que en sus espacios se instalen algunas empresas o negocios motor que animen al resto a elegir ese mismo entorno. "Hay negocios que no necesitan estar a pie de calle para su promoción y una galería es una opción muy buena", insiste Aio.

Un ejemplo de transformación de una de las galerías de Bilbao es la que está experimentando el corredor ubicado en Fernández del Campo. Fue un pequeño mercado de abastos con negocios de alimentación y albergó asimismo una imprenta. De aquello hoy no queda nada. La galería que comunica las calles Fernández del Campo y Costa, aunque nunca perdió ese encanto que la envuelve, con los años y el cierre de los negocios se convirtió únicamente en el acceso a las viviendas. Hubo un tiempo en el que solo permaneció abierta la frutería de Josetxu Moracia: "Llevo aquí toda la vida. Mis padres tuvieron una panadería, pero con los años la actividad comercial fue decayendo. Los comerciantes se jubilaron y los negocios se cerraron dejando los locales vacíos. Fue una etapa complicada", recuerda Josetxu. Pero a medida que han ido pasando los años nuevos negocios relacionados con la creatividad han ido inyectando vida a este espacio. Jon Marín y Borja Elorza, responsables de la agencia de comunicación CiF, descubrieron este espacio "por casualidad" y les entusiasmó.

Sin embargo, en Bilbao este tipo de galerías nunca han llegado a calar y su actividad comercial y hostelera se ha ido muriendo. La mayoría de las galerías comerciales de Bilbao no han podido superar el paso del tiempo y los cambios en los hábitos de consumo que las han arrastrado hasta su degradación. En la última década los negocios que ocupaban esos locales han ido cerrando y en esas lonjas vacías, junto a los rótulos de aquellos negocios que brillaron en otros tiempos, cuelgan ahora carteles de Se alquila o Se vende.

La imagen de estos espacios se fue deteriorando a medida que los negocios fueron cerrando. Verónica Blanco lleva treinta años al frente de su tienda de moda en Isalo. Ella es una de las pocas supervivientes de uno de los corredores que, en sus buenos tiempos, rebosaba actividad. Un zapatería, una empresa de ventanas, otra de decoración, varias academias y un club privado resisten en la actualidad rodeados de locales cerrados.

Decadencia

Locales como el que ocupó el restaurante Gorrotxa en galerías Urquijo siguen, después de décadas, sin volver a levantar la persiana. En ese subterráneo una agencia de seguros, una tienda de bisutería y un restaurante que da a la misma calle Urquijo conviven con discotecas, ahora cerradas por la pandemia. Poco queda de aquella zona de ambiente que en la década de los 90 marcó el ritmo de las noches bilbainas con pubs y discotecas de nivel. El coronavirus ha contribuido más si cabe a la ruina de una zona en la que seis locales se alquilan o se venden. "Solo en las galerías que acogieron zonas de ambiente, especializadas en hostelería y en el ocio nocturno, se movía mucha gente. En el caso de galerías Urquijo el coronavirus no ha hecho más que hundirlo más", cuenta Aio. Lo corrobora María González. Ella conoce muy bien la galerías que comunican Urquijo y Poza. "Vivo en los pisos que están en la misma galería y ahora todo está muerto. Del buen ambiente de copas apenas queda nada. De día se convierte en el paso de quienes trabajan en las oficinas y por las noches da cobijo a personas sin hogar. Procuro no pasar ni acompañada. Son oscuras y no me dan seguridad", relata.

Tampoco queda nada de lo que fueron las galerías de Deusto y las de Zabalburu donde hace treinta años por su ambiente fueron bautizadas con el nombre de calle pop. "Era una zona fantástica. Había hasta seguridad trajeada en los bajos de unos pisos que por entonces fueron de lo mejor de Bilbao", recuerda el bilbaino Julen Martínez. Ahora casi no hay negocios abiertos dentro de la galería. Una docena de locales llevan años cerrados, a excepción de un centro de estudios, un comercio de alimentación y una cafetería cuyas fachadas dan a la misma plaza. El resto languidece.

"Son espacios interesantes, pero en Bilbao las galerías nunca han funcionado"

Gerente de BilbaoCentro