El pasado martes se cumplió un año del acto de apertura del canal de Deusto que supuso a la vez la conversión en isla de la península de Zorrotzaurre. Una mutación en los mapas urbanos que ha permitido generar nuevos espacios de ciudad que, eso sí, todavía no se usan, y seguir desarrollando el proyecto urbanístico de futuro que está cambiando ya el perfil de la estrecha ínsula bilbaina.

Es más, el aspecto físico de esta gran lengua alargada de tierra, de algo más de medio millón de metros cuadrados, ha variado mes a mes descubriendo una isla cada vez más diferente.

Un año donde la Junta de Concertación de Zorrotzaurre (JCZ), el grupo de propietarios públicos y privados que desarrolla el proyecto urbanístico, ya se ha metido en faena y lo ha hecho a fondo.

El organismo está llevando a cabo diversas actuaciones de forma simultánea como, por ejemplo, la finalización de los derribos de los viejos pabellones industriales en desuso, lo que ha permitido el hallazgo de un horizonte limpio con muchas posibilidades. También se ha procedido al inicio del recrecimiento de los primeros solares con el objetivo de librar a los futuros edificios que se levanten en ellos de los efectos de avenidas e inundaciones de la ría. A la par se está acometido la limpieza de las parcelas donde se asentaban viejas industrias contaminantes con la buena noticia de que, al final, no se han hallado tantos elementos peligrosos mezclados con la tierra como los que se había previsto. Una buena noticia para el planning de trabajo de la JCZ.

Su gerente, y también responsable técnico de la Comisión Gestora de Zorrotzaurre, Juan Carlos Sinde, define los últimos doce meses con una palabra: ilusión. Asegura en declaraciones a este periódico que “este año ha sido de gran ilusión porque vemos avanzar una parte muy relevante del proyecto”. Para Sinde, después de más de 15 años de tramitaciones, permisos y burocracia preparando toda la Operación Zorrotzaurre, “ahora tenemos las obras en marcha, con sus problemas, pero ya con cosas tangibles haciendo el día a día más llevadero que solo gestionar papeles. Ver cosas hechas te levanta el alma”. Reconoce que ese estar inmerso en el proyecto a veces “nos puede restar perspectiva general”, por eso para Sinde es muy significativo “lo que me dice la gente que va cada cierto tiempo por allí y ve cómo está cambiando a ojos vista”.

Destaca como uno de los hitos de este año “el arranque de las obras de relleno del canal en la zona cercana al puente Gehry” una operación que no solo va a generar más metros cuadrados de superficie para engrosar la isla, también asegura que el desarrollo de Zorrotzaurre va a continuar con los planes iniciales previstos.

Esta modificación geográfica en la villa apenas ha cambiado la vida a sus vecinos. Los habitantes de la Ribera, la zona antigua de la isla donde se concentran todas las viviendas, han seguido con sus rutinas de acceder por la única entrada con que contaban ya antes de que el agua rodeara Zorrotzaurre, el puente Frank Gehry. Un viaducto que, si antes tenía por debajo tierra firme, ahora sobrevuela el segundo brazo de la ría que les rodea. Joseba Tellería, vecino del barrio y expresidente de la asociación de vecinos de Ribera de Deusto y Zorrotzaurre expone esa continuidad diciendo que “todo sigue igual porque estamos aislados de la misma forma que antes y con los mismos problemas”.

Polémica con las pleamares Uno de eso hándicaps, quizás el que más ha soliviantado a buena parte del medio millar de vecinos de la isla, ha sido el hecho de que, con las pleamares vivas, ahora aseguran tener más problemas con el desbordamiento de la ría que hace un año.

Emilio Armario, propietario del bar Begoña Barria es uno de los que creen que la evolución a isla, al menos en este primer año, “no ha sido positivo”. Pone sobre el tapete la invasión del agua que causó una agria polémica en enero pasado por primera vez al plantearse si, la apertura del canal de Deusto, en lugar de minimizar los efectos de las aguas altas, los ha incrementado.

Emilio asegura que “eso ha cambiado. Ahora sobrepasa el agua por los dos lados de la isla cuando antes solo entraba en las puntas, además también sale más agua por la zona de la iglesia, en definitiva ha ido a peor la cosa”.

Sobre la respuesta a esta situación que aportaron las instituciones, basada en el hecho de que aún restan por ejecutar diversos proyectos para asegurar que la ría no invada la riberas, el hostelero indica que “no tengo ni idea de lo que van a hacer o no van a hacer pero ahora sí hay más problemas con la ría que antes”.

Lo que es un hecho es que desde entonces, y cuando la tabla de mareas prevé un aumento del nivel del agua, el Ayuntamiento monta un dispositivo de prevención usando sacos terreros para evitar afecciones a lonjas y viviendas colindantes a la orilla. También es cierto que, excepto lo ocurrido en enero, cuando se registraron por primera vez unas pleamares especialmente altas, el resto del año la ría no ha causado problemas.

Juan Carlos Sinde no cree que la conversión en isla haya supuesto más problemas de inundabilidad. “No son más que antes, hay que tener en cuenta que lo acontecido son niveles de marea altísima, no ha habido inundaciones, ni aguadutxos, por eso el efecto de las mareas ha sido igual tanto en la zona de la ría como en la zona del canal”.

Para los próximos años la Junta de Concertación y el Consistorio tienen previsto acometer diversas iniciativas para minimizar esos riesgos como la colocación de una barrera en la orilla que mira a Olabeaga y Zorrotza además de elevar el terreno del alargado paseo que se generará. También el plan urbanístico ha dibujado la construcción de dos depósitos bajo tierra, dos tanque de tormentas cerca de la Fábrica de Artiach, y bajo una plaza que se genera a lado del edificio de Papelera. Serán dos espacios destinados a acumular el agua de lluvia durante los picos de la pleamar que se vaciarán o se forzará su vaciado con un bombeo.

Unas soluciones cuya efectividad se comprobará en ejercicios venideros cuando la isla continúe apagando velas de cumpleaños.