Bilbao - Se equivoca por completo quien haya pensado que la lucha del movimiento estudiantil Fridays for future contra la crisis climática se iba a desinflar en verano; que la juventud se iba de vacaciones y aparcaba los libros y sus principios. Nada de eso. De hecho, si cabe, están trabajando más para reforzar la conciencia ciudadana sobre el calentamiento global. Ayer, por ejemplo, doce horas ininterrumpidas a pie de calle -junto a la casa consistorial de Bilbao- para informar y sensibilizar sobre este problema de escala planetaria. Lo hicieron con actividades lúdicas y divulgativas: pintando carteles reivindicativos, repartiendo folletos y dándose a conocer entre los viandantes anónimos y, algunos de ellos, desconocedores del colectivo y de los orígenes del mismo.

Dentro de poco, en unas semanas, empezarán a preparar pancartas y anuncios varios con los que animar a la ciudadanía a sumarse a la convocatoria de huelga mundial por el clima del 27 de septiembre. “Cuanto antes sacaremos el cartel”, indicaba Nerea Arrieta, una de las portavoces de esta plataforma. “Del 20 al 27 haremos charlas y actividades relacionadas con el cambio climático”, agregaba ayer esta joven. “Lo trabajaremos muy duro” prometía en declaraciones a DEIA.

Antes de eso, en agosto, las centenares de voces que integran este movimiento estudiantil en Bilbao y Bizkaia tienen previsto mantener el pulso con más trabajo de calle buscando el compromiso y la participación de más personas. Lo harán en plena Aste Nagusia. En el recinto festivo. “Haremos trabajo de concienciación en las txosnas, por el tema de los plásticos y la purpurina. Que no acaben en la ría...” manifestaba Nerea, sumando su afirmación al lema: Si lo tiras al suelo, lo tiras al mar.

Y esta semana que entra, un par de jóvenes -Alex y Andrea- viajarán a Lausana (Suiza) para participar en la asamblea de Fridays for future de Europa en representación de la delegación vasca. Asistirán 450 chicos y chicas de 37 países para “ponerse cara”, elaborar una estrategia de acciones futuras y, en la medida de lo posible, establecer una estructura interna.

Uno de los primeros pasos -a nivel local y global- pasa por lograr que las instituciones (ayuntamientos, parlamentos, gobiernos,...) asuman la gravedad de la realidad y declaren el estado de emergencia climática. “Hay planes y leyes, pero pedimos medidas más concretas. Que no sean una tirita encima de la herida. Que empiecen a hacer cosas para frenar la crisis, como pasar al cien por cien de energía renovables, impulsar agricultura ecológica y el transporte publico,... cosas que realmente signifiquen un cambio”, zanjaba Nerea.