Bilbao - Biobide, la actual sociedad concesionaria de Bilbobus, volverá a gestionar este transporte la próxima década si cumple todos los requisitos solicitados por el Ayuntamiento de Bilbao. La razón es simple. Es la única firma que se presentó al concurso público abierto por el Consistorio a finales del pasado año con lo que no tiene rival alguna en la puja.

A pesar de ser la única candidata, los técnicos del Área de Movilidad y Sostenibilidad del Ayuntamiento de Bilbao revisan al detalle la oferta presentada por Biobide. Fuentes municipales consultadas por este periódico indican que “por el hecho de ser la única firma que se ha postulado no se le va a adjudicar directamente el servicio. Tienen que cumplir todas las nuevas condiciones que se piden en el contrato”.

Aunque se esperaba que fueran varias las empresas de transporte por carretera que presentaran ofertas a la licitación, al final no ha sido así. Fuentes conocedoras del proceso razonan la soledad de Biobide por varios factores, sobre todo económicos. Aunque el contrato es muy jugoso, hasta 2029 se va a embolsar un máximo de 510 millones de euros, los requisitos que componen el pliego de condiciones son muy estrictos sobre todo en los tres primeros años de contrato.

El área de Movilidad y Sostenibilidad aprovechó el concurso para implementar varias obligaciones que permitan la renovación de la actual flota, la cual cuenta con una edad media muy elevada como consecuencia de la falta de compra de unidades que protagonizó el Ayuntamiento de Bilbao en los últimos años de la crisis.

Por ello, el adjudicatario deberá poner en servicio en los tres primeros años de contrato 86 autobuses nuevos de los 141 que componen la actual flota roja. Estrenar más del 60% de las unidades implica contar con una fuerte base financiera, ya que será la propia concesionaria la que adquiera los vehículos, algo que hasta ahora asumía directamente el Ayuntamiento. “Hay pocas empresas que puedan tener un respaldo económico tan importante”, explican fuentes municipales.

Condiciones concretas Además, las condiciones de compra no son fáciles, ya que el área que dirige Alfonso Gil va a dar la vuelta al calcetín para que la flota de Bilbobus deje de contaminar el aire capitalino. Las nuevas unidades van a tener todas motores verdes, de forma que, si hoy el servicio dispone de 102 unidades de combustión diésel, 31 con propulsión híbrida y ocho eléctricos, cuando acabe el contrato la relación será inversa. Quedarán solo catorce diésel, 115 híbridos y doce eléctricos. Un parque de vehículos que, además, quedará en manos municipales al finalizar el contrato. Con ello se conseguirá que la actual edad media de 17 años que tienen las unidades se rebaje a los doce.

En un principio, según concreta el pliego de condiciones, se quería empezar con el nuevo Bilbobus el 1 de julio, pero desde el Ayuntamiento ya auguran que no será posible. La causa es el cambio jurídico que supone pasar de una concesión, como era hasta ahora, a un contrato de servicio, una nueva fórmula implementada para las administraciones públicas el año pasado que también ha podido pesar en la escasez de propuestas al concurso. En esencia, la nueva fórmula significa que la transferencia del riesgo operacional pasa del Ayuntamiento al contratista. Es decir, que si Biobide ha hecho mal los cálculos a la hora de obtener su beneficio económico anual tendrá que asumir esas pérdidas directamente y el Consistorio no podrá aportar más dinero. Ese cambio jurídico de relación con la empresa supondrá una demora de uno o dos meses como máximo para activar el nuevo Bilbobus, según pudo conocer DEIA.

Por su parte, Biobide es la mejor alternativa en la gestión de Bilbobus por varias razones. La principal es que ya conoce la operativa del servicio desde que lo asumió en mayo de 2012 tras la espantada de la anterior concesionaria, Veolia. Además, las relaciones con el Ayuntamiento han sido buenas y el servicio prestado es el mejor del Estado. Otra causa de peso es que tiene firmado con la plantilla de trabajadores un nuevo convenio tras el conflicto laboral y las huelgas que protagonizaron los empleados el año pasado, por lo que la paz social la tiene garantizada al menos durante un tiempo.

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