“Zeberio, 18 de julio de 1936. Como todos los años los vecinos festejaban la romería y misa popular en San Segismundo cuando les sorprendió la noticia del alzamiento militar. Comienza así una guerra que se prolongará hasta 1939 y que cambió la vida de este tranquilo municipio al igual que otros muchos más. A partir de esta fecha, numerosos jóvenes de Zeberio partieron al frente y algunos jamás volvieron. Perdieron sus vidas por la defensa de la democracia y la libertad en lugares del frente como Otxandio, Sollube, Jata... o acabaron encarcelados en las oscuras cárceles franquistas. Iniciada la gran ofensiva sobre Bizkaia, Zeberio vivió la partida de sus vecinos, la evacuación de niños y niñas, el horror de las bombas, el racionamiento de alimentos o el embargo de sus pertenencias”. Así comienza el libreto, colgado en la web municipal y pendiente de publicar en papel, Zeberio 1936-1937 Guerra Zibilean - en la Guerra Civil, un trabajo impulsado por el Ayuntamiento de la localidad con el objetivo de “recordar el pasado para no olvidar, para mirar con respeto, ochenta años hacia atrás, a aquellos días en los que nuestras vecinas y vecinos, vieron truncadas sus vidas por uno de los episodios más dolorosos de nuestra historia, la Guerra Civil”, explica el alcalde Karlos Idirin.A través de sus casi 50 páginas “recogemos parte de esta memoria: la memoria de aquellas personas que sufrieron los acontecimientos de la Guerra Civil, de las personas que lucharon por la defensa de nuestro territorio, así como de las que en aquellos días tuvieron que abandonar nuestro querido Zeberio huyendo de la guerra”, precisa. Y todo ello, dejando claro que es solo un punto de partida, es decir, los primeros pasos para recuperar la memoria de aquella dura etapa histórica “y descubrir las huellas que ese triste episodio de la historia dejó en Zeberio”.

Trece capítulos

A través de 13 capítulos, acompañados de fotografías y diversa documentación extraída de archivos, bibliotecas o periódicos, la publicación repasa cuestiones como la realidad de Zeberio antes de la contienda y todo lo ocurrido a partir de recibir la noticia de la sublevación aquel 18 de julio de 1936. Durante los primeros meses de guerra, muchos jóvenes se alistaron de forma voluntaria en batallones que se comenzaban a formar y en el caso de los vecinos de Zeberio, muchos de ellos acabaron en el batallón Padura o en otros como Stalin (JSU) o Ariztimuño. Sin experiencia previa en la guerra, fueron numerosos los fallecimientos en combates y son varios los nombres y ejemplos que se aportan en las páginas de este trabajo, incluso de desaparecidos como “Jesús Ángel Rotaetxe Eguia, aviador natural de Zeberio, que tras ser dado por desaparecido falleció posteriormente en Argelia”.

La historia, tipología e importancia de línea defensiva de unos 80 kilómetros de longitud que, en forma de herradura, mandó construir la Junta de Defensa de Bizkaia para proteger Bilbao y sus enclaves estratégicos ocupa parte del libreto. La gran infraestructura, conocida como Cinturón de Hierro, estaba dividida en cinco sectores y en el caso de Zeberio, que correspondía al sector 3, se adentraba en el término municipal por las laderas de los montes Upo y Artanda. “Sus defensas serían construidas por nuestros vecinos, entre otros, y aún se conservan los vestigios de aquellas fortificaciones en el entorno de la ermita de San Segismundo y la zona de Kantara”, indica el trabajo.

Los siguientes capítulos ahondan en los duros meses que pasó Zeberio entre abril y mayo de 1937, la caída de dos aviones en la localidad -uno de la cuadrilla de cazas Chatos en enero de ese año y un Heinkel He-70 en junio- y los cuatro días de ese terrible 1937 en los que cayeron bombas sobre diferentes puntos del municipio por parte de la Legión Cóndor (29 de abril, 12 de mayo, 23 de mayo y 24 de mayo). Y para protegerse de los ataques aéreos “la población de Zeberio solía correr a resguardarse a diversos lugares, como los numerosos puentes del río Zeberio o las cuevas de sus montes como la de Solatxi”.

El trabajo recoge también testimonios e historias personales de vecinos que abandonaron la localidad huyendo de la guerra, desvela los nombres de algunos menores que fueron evacuados a Francia o Inglaterra e incluso de zeberioztarras que fueron detenidos y mandados a prisiones, centros de reclusión y campos de concentración. Además, recupera la historia de Severino Ayerdi Arteche, joven gudari de Zeberio del que todavía se desconoce dónde acabó su cuerpo, pero del que se ha encontrado una inscripción con su nombre en un búnker de Josenbaso, en Legutio (Araba). La publicación se cierra con datos sobre el itinerario de la memoria creado en Zeberio y más testimonios de vecinos que vivieron aquellos meses de contienda.