El mundo de la trikitixa llora la pérdida de Kepa Arrizabalaga, fallecido a los 81 años. El gatikarra, hijo del mítimo Tomás Sitze, era todo una institución en el ámbito de la música tradicional vasca, tan ágil con el acordeón diatónico como con el pandero. Llevó su ritmo más allá de las fronteras de Euskal Herria, tocando en la Expo de Sevilla en el 92 e incluso en Estados Unidos, en Idaho y Nevada. Nacido en 1944 en Plentzia, en el barrio de Isuskiza, no tuvo que ir muy lejos para descubrir el atractivo de la trikitixa y el pandero: desde pequeño su vida transcurrió al ritmo que marcaban estos dos instrumentos. No es de extrañar, ya que su aita fue el mítico trikitilari Tomás Sitze.
Cuando era niño tocaba con su tío Manu en el caserío familiar, sacándole ritmos a la tapa de una cazuela, y acompañaba a su aita a las fiestas de la Trinidad de Andraka, donde le veía tocar en una época en la que no eran habituales las exhibiciones de estos músicos. “Se tocaba más en el caserío: solía estar prohibido. Cuando yo empecé comenzaron a funcionar también las escuelas y ahí empezó a coger fuerza la trikitixa”, ha reconocido en más de una ocasión.
Admirador de Prudentzio Azpiazu, Xabier Errasti Epelarre, Ramon Zubizarreta Ladakanda, Eusebio Rueda Eusebito y Maurizia Aldeiturriaga, a finales de la década de los 60 empezar a tocar con su aita como pareja de trikitilaris, una vez ya casado. Luego llegaron los campeonatos y los jaialdis, las romerías en las plazas, siempre recorriendo los pueblos de Euskal Herria con su ritmo y su voz sin igual. No en vano, su apodo ha sido Panderoaren Ahotsa.
En homenaje a su aita
A lo largo de su vida, una vez fallecido su aita, tocó por todo Euskal Herria junto a otros nombres también míticos de la trikitixa, como el soinulari Rufino Arrola, conocido como El herrero de Andrakas, con el que en más de una ocasión el Campeonato de Bizkaia; su nieto, Euken Arrola, o el urduliztarra Luis Bilbao. Con el tiempo inició otra etapa con Roberto Etxebarria, más joven, ya de las nuevas hornadas de trikitilaris. También grabó un disco en homenaje a su aita, en el que le dedicó dos canciones: Arrizabalaga y Isuskiza aldean baziren trikitilariak, grabadas en Donostia.
La de Kepa Arrizabalaga ha sido una trayectoria musical en la que se han sucedido los premios y reconocimientos, entre ellos el Hemendik Saria con el que reconoció su aportación este periódico. También fue una persona muy involucrada en su pueblo de adopción, que siempre ha sentido como suyo; a lo largo de su vida siempre arrimó el hombro por Gatika, desde el Ayuntamiento como concejal durante años, y por supuesto, desde Intxurtxu Taldea, el pulmón de la vida cultural y social de la localidad.