Romper las costuras del pantalón vaquero para, a partir de ahí, confeccionar una prenda totalmente nueva con estética rompedora y espíritu artesanal. Jeremy Sebaoun y Elie Saada, creadores de Paradoxe París, impartieron ayer un taller práctico en que mostraron las posibilidades del denim, que “es más fácil de trabajar” y han convertido en emblema de la firma fundada en 2017. La moda también se enfrenta al momento de cortar por lo sano, apostar por otras formas más sostenibles antes de que sea demasiado tarde, de que el impacto medioambiental de la industria ya no pueda revertirse.
El museo La Encartada, antes una fábrica textil activa entre 1892 y 1992, sirvió de escenario para que desfilaran por las instalaciones que conservan su maquinaria original de la época propuestas innovadoras de 25 profesionales del diseño: desde talentos emergentes a creadores de talla internacional en desfiles, talleres instalaciones y conferencias.
Rara vez los franceses Paradoxe abandonan la frenética actividad de su taller en Le Marais. Sin ir más lejos, la colaboración que firmaron en 2023 con el estadounidense Rick Owens requirió más de 950 horas de trabajo en una semana. Por eso, asistir a su clase magistral fue un lujo para los participantes, entre los que destacó una nutrida representación estudiantil.
“Nos asomamos al desastre, la gente muere, aunque parece que no importe destruir el agua en Bangladesh”
“Hace dos años colaboré como ayudante en el backstage de los desfiles, fue una experiencia muy enriquecedora”, comentó una joven. Tomó buena nota de las indicaciones Marian Martínez, artífice de Kokoro Indigo Couture, que cultiva índigo japonés en Sopuerta y lo utiliza para teñir con técnicas ancestrales. Asidua de La Encartada Moda, no descarta realizar una incursión en el mundo del diseño.
Segunda en contaminación
Afincada en Miami, la profesora de moda Angie Mejía Cohen aterrizó hace días para tomar parte en un curso de alta costura y sostenibilidad en el Basque Bio Design Center de Güeñes y aprendió como alumna en el taller de Paradoxe. Urgió a reaccionar “si de verdad queremos cambiar”, ya que a la industria de la moda solo le supera en contaminación “la del aceite”. Para ello, “debemos aprender temprano, desde la edad escolar, a reciclar y reutilizar”.
En su armario “se encuentran prendas a las que dar la vuelta: una chaqueta que se transforma en chaleco... existen infinitas maneras de renovarse y marcas como Chanel ya lo aplican”. Y es que “nos asomamos al desastre, la gente muere cuando se destroza el medio ambiente, aunque parece que no nos importe destruir el agua en Bangladesh, ¿dónde van a cultivar o educar a sus hijos?”, cuestionó. “Los refugiados climáticos” sufren las consecuencias, incluso cuando intentan reconstruir sus vidas en sus países de acogida. “Nunca en mi vida pensé que vería la actual situación en Estados Unidos”, lamentó.
Además, gestiona la fundación Design Lab Give que enseña en países en vías de desarrollo herramientas que ayuden a las comunidades a salir del ciclo de la pobreza utilizando su creatividad. Tanto en estas actividades como en las clases en las que niños y niñas se inspiran en paisajes o animales para sus trajes, “siempre comenzamos dibujando con papel y lápiz”, nada de pantallas.
“La naturaleza se resuelve sola”, afirmó. En este sentido, quedó impresionada por el trabajo que desarrolla el Basque Bio Design Center. Olga Iradier y Eduardo Loreto acudieron en representación del centro de Güeñes, que cultiva sinergias con La Encartada Moda, así como nuevos materiales. Recientemente “creamos un biomaterial de carbón, cuya textura se asemeja al látex, para un vestido modular cortado a láser”, describieron. Entre sus proyectos, “reconvertir fibra en un tejido de cuero con hongos; nuestro papel consiste en reducir cualquier tipo de residuo textil”.
“Debemos aprender a reutilizar y reciclar temprano, empezando desde la edad escolar”
Begoña García puso en marcha la empresa Jeanología hace tres décadas con el objetivo de “transformar la industria en una ecoeficiente”. Se alía con tecnología como láser, ozono, el tratamiento del agua en el proceso productivo y un software que mide el impacto ambiental y permite repensar los procesos desde la eficiencia energética y la salud de los trabajadores. Hace quince años “se gastaban unos setenta litros de agua en cada prenda”, mientras que, según los datos de 2024, la cifra se ha reducido a apenas dos”, comparó la ingeniera en procesos textiles que ofreció una conferencia junto con Francisco Kuhar –de la empresa Innomy, que crea tejidos sostenibles a partir de hongos– y el centro tecnológico Gaiker.
Lana de oveja latxa
La diseñadora María Clè Leal presentó en Balmaseda su proyecto Latxa Basque Wool Fabrics, que recupera lana de oveja autóctona “con vocación comercial”. Cada año se esquilan “700 toneladas en Euskadi” con frecuencia desperdiciadas. Este tipo de lana es “resistente, ignífuga, termoreguladora, aislante térmica para piel y espacios...” “Parto de ella como residuo sin que se hayan separado las fibras”, detalló en una master class.
Después de lanzar abrigos, está remodelando su página web para enfocarse en la decoración, pero manteniendo el nexo de unión. En la ropa “elimino cremalleras y utilizo en su lugar botones de madera de olivo”. Esos mismos botones “van ahora en los cojines”. Una filosofía similar a la de Mutur Beltz en cuanto a la reutilización de la lana de oveja autóctona, pero con matices disintos en su recorrido posterior. La asociación de Karrantza galardonada con el Premio Nacional de Artesanía visitó La Encartada Moda hace años para divulgar su línea de complementos y filosofía de recuperación del mundo del pastoreo. A finales de junio varios artistas se inspirarán en el valle para sus próximos proyectos y la esencia rural que se perpetúa en su ADN.
En la familia de María Clè Leal la moda pesa en la carga genética. Su abuelo fue sastre. Falleció cuando ella tenía 4 años, por lo que “no crecí en ese ambiente, al matricularme en moda me hablaron más de él”. La única de sus descendientes que continúa su legado heredó las tijeras con las que trabajaba, ahora enmarcadas, desveló orgullosa en el museo La Encartada.