Síguenos en redes sociales:

Psicólogo forense y secretario del Colegio de Psicología de Bizkaia

Fernando Álvarez Ramos, psicólogo forense: “A partir de los tres años, si se les sabe preguntar, ofrecen testimonios fiables”

Los casos de menores víctimas de violencia de género o sexual o inmersos en divorcios conflictivos son los que más “marcado” dejan a este psicólogo forense

Fernando Álvarez Ramos, psicólogo forense: “A partir de los tres años, si se les sabe preguntar, ofrecen testimonios fiables”José Mari Martínez

Las víctimas menores dejan huella en el psicólogo forense Fernando Álvarez Ramos. De hecho, comenta, ya hay investigaciones que promulgan “el autocuidado de los profesionales y tomar medidas de protección de tanta exposición al conflicto”.

¿Cuáles son los casos más duros en los que ha tenido que intervenir como psicólogo forense?

—Últimamente me dejan muy marcado los niños y niñas pequeños que han sido objeto de violencia sexual o testigos u objeto de violencia de género. El ver también situaciones de menores incluidos en conflictos de divorcio que nunca terminan, cómo ellos van creciendo con ese conflicto, por las repercusiones que va a tener en su futuro, en su bienestar emocional y psicológico, también me deja cada vez más marcado.

¿Qué puede hacer el psicólogo forense si los menores no pueden hablar o son muy pequeños?

—En los casos de testimonios de niños y niñas víctimas hay que tener en cuenta muchos factores que afectan a la capacidad de un menor para testimoniar sobre alguna situación traumática que ha vivido. Uno de ellos es la edad. No se recomienda traerles al juzgado para dar una declaración cuando tienen menos de tres años porque no hay buen lenguaje y confunden lo que le pasa a él con lo que le pasa a su amigo. Ahora bien, a partir de tres años, en la mayoría de casos, si se les sabe preguntar, y para eso hay protocolos basados en la evidencia, los testimonios que ofrecen serán cortitos cuando son más pequeños, pero son válidos y fiables. No tienen por qué ser fruto de la imaginación.

¿Resulta complicado interpretarlos por su forma de expresarse?

—Es importante la especialización en la psicología forense y en estos casos de testimonio de menores todavía mucho más porque conocer las características evolutivas de un niño o niña que está haciendo una narrativa permite inferir en lo que está diciendo. Por ejemplo, tenemos que saber que si a un niño de cuatro años le preguntamos cuándo ocurrió esto y nos dice “ayer”, ese “ayer” significa ayer o puede significar hace tres semanas o dos meses porque el concepto de tiempo lo adquieren posteriormente y el “ayer” que él dice es un tiempo pasado, nada más. Luego, no podemos utilizar: “Este niño está mintiendo porque nos dice que lo sufrió ayer y ayer no estaba con el agresor”. Hay que encajarlo.

¿Y qué ocurre si los menores se niegan a declarar?

—Hay protocolos muy especializados que ayudan a determinar la mejor manera de preguntarle a un niño o niña y hay que procurar que estén medianamente cómodos o con confianza. Aun así, hay algunas situaciones en las cuales los niños y niñas no quieren hablar porque no quieren perjudicar a algún familiar que está acusado de algo y lo tenemos que respetar. Para eso estamos nosotros, para valorar estos factores de influencia en esa declaración.

En los casos de divorcio ¿suelen ser las hijas o hijos manipulados?

—No es lo más habitual, pero puede existir algún caso en el que un progenitor instrumentaliza al hijo o hija para hacerle daño al otro progenitor. Eso no significa que sea un interés malicioso, es una cuestión más global, pero en ocasiones, aunque no haya un interés malicioso, sí que le está haciendo daño al menor.

¿De qué manera?

—Cuando le ofrece una imagen negativa de ese otro progenitor le está haciendo daño porque el niño tiene derecho a vivir con los dos progenitores que tiene con una imagen positiva, puesto que eso le ayudará a crecer y evolucionar psicológicamente sano. Por tanto, sí que en ocasiones puede haber estas distorsiones de utilización o de instrumentalización de los niños o las niñas, especialmente cuando hay un conflicto familiar muy grave.