El humor, los sueños, el deseo, la libertad… son algunos de los terrenos a los que trasladará al público el clásico de Oscar Wilde La importancia de llamarse Ernesto, cuyo estreno en Euskadi acogerá Barakaldo Antzokia el próximo 20 de abril a las 20.00 horas. Esta producción de La Brutal, Teatro Nacional de Catalunya y Bitò Prod, con un elenco brillante compuesto por Silvia Marsó, Pablo Rivero, Ferrán Vilajosana, Paula Jornet, Albert Triola, Gemma Brió y Julia Molins, llega avalada por diversos Premios Teatro Barcelona, al mejor espectáculo y Premio Revelación para Paula Jornet, así como galardones de la crítica a la mejor música original, y Premio Butaca a la Mejor Composición Musical y Mejor Vestuario.

Con música original de Paula Jornet y vestuario de María Armengol, el propio director, David Selvas, describe la obra como “una comedia despiadada y excéntrica, perfecta, bella y onírica” que asegurará diversión en el patio de butacas provocada por los líos amorosos de dos jóvenes británicos y sus secretas dobles vidas. Con ella, su autor denunciaba la hipocresía de una sociedad cada vez más conservadora y controladora sobre la intimidad de sus ciudadanos.

Los personajes de La importancia de llamarse Ernesto plasmarán ante el espectador la visión de Wilde sobre el amor, los orígenes, el compromiso, la citada hipocresía, la identidad y, sobre todo, la tan estimada libertad, ya que ingresó en prisión al poco de escribir esta obra. Acusado de “indecencia por su vida privada”, fue condenado a dos años de cárcel solo tres meses después de haber estrenado esta comedia.

Una escena de ‘La importancia de llamarse Ernesto’. Sergio Parra

Sentimiento de libertad

De su pluma surgió este espléndido ensayo sobre la decadencia de la mentira en el que el sentimiento de libertad está presente en toda la función. Así se hace palpable –según el director– en los papeles de Gwendolen y Cecily, que “viven con tanta o más intensidad su vida soñada, que no su vida real”.

No obstante, pese a tratarse de una “comedia luminosa”, Selvas advierte que dentro de la obra hay también “una fuerte pulsión de muerte”. Más de cien años después de su creación, el público revivirá “lo que nos explica Wilde acerca de cómo vivir, profundamente ligado al hecho de que esto de existir solo pasa una vez y que nuestra estancia en este mundo solo tiene sentido si llegamos a ser libres”.

Esta firme convicción es transmitida en forma de ácido retrato y a la vez divertido sobre la hipocresía social. Así, en La importancia de llamarse Ernesto, la sátira independiente y libre de Wilde arremete contra las formalidades de una burguesía que detesta. De hecho, el escritor experimentó en primera persona toda la crueldad de la moral burguesa.

El actor Pablo Rivero. Sergio Parra

Sin dejar de sonreír

Trivializar lo serio es el objetivo que Wilde mantuvo en el punto de mira y fiel a esta filosofía, a lo largo de la trama se van desgranando todos los asuntos serios que se propuso tratar con trivialidad. Véanse las costumbres, la moral burguesa, las convenciones en torno al matrimonio y las diferencias de clase tan arraigadas en la sociedad inglesa decimonónica, victoriana, donde cada uno sabía cuál era su lugar en el mundo, los ricos comían sandwiches de pepino y las pobres tartas de riñones.

Como en las mejores comedias de enredos, la intención de su autor fue que el público no deje de sonreír y de ello se ocupan los intérpretes sobre el espacio escénico diseñado por José Novoa. A propósito de este objetivo del escritor, se ha dicho que con La importancia de llamarse Ernesto se rió Óscar Wilde por última vez.