“Cometer un fraude al seguro está tan banalizado que mucha gente lo hace sin ser consciente de que es un delito penal y que puedes llegar incluso a ir a la cárcel”, así de contundente se muestra Gorka González, de la oficina de Allianz Gernika, sobre estas estafas que son cada vez más habituales y que condicionan los precios de las tarifas. Según explica González, las tarifas están microsegmentadas por siniestralidad de código postal, por lo tanto, los pueblos donde más accidentes hay o más delitos de fraude se comenten, cuentan con tarifas más caras. Es el caso de Barakaldo, Sestao, Ortuella o Trapagaran, donde un seguro de auto puede llegar a ser 80 euros más caro que en Durango o Gernika. “Existía la queja de que subíamos todos los seguros dependiendo del porcentaje de fraude que hubiera y había sitios que lo sufrían de forma injusta”, explica. Por ello, se tomó la decisión de “castigar” aquellas zonas donde peores prácticas se llevan a cabo.

González reconoce que le sorprende que Bizkaia se encuentre entre los diez territorios con más fraude a los seguros ya que “tradicionalmente siempre han sido las zonas por debajo de Madrid” las que encabezaban esos puestos. Aunque reconoce que es algo que ocurre en todos los lugares ya que “no habrá ninguno que no haya sufrido un intento de fraude”.

Sobre el tipo de estafas a los seguros, González señala que en los automóviles los más habituales son los relacionados con los daños corporales. “Es donde está el mayor índice de fraude porque tras la colisión, el facultativo que te atiende refleja en el informe lo que tú le dices. No hay ningún médico que se niegue a poner que te duelen las cervicales o la cabeza”, detalla. “Tú ya estás lesionado oficialmente porque un facultativo te ha dicho que tienes una merma física a consecuencia del impacto con un vehículos y partiendo de esa ahí llegan las sesiones de fisioterapeuta, el pago de la baja diaria…”, explica.

En este sentido, afirma que las compañías han querido ponérselo algo más difícil a los estafadores y han actualizado protocolos como la creación de una Black list, una lista negra que incluye a aquellas personas que son lesionadas de forma recurrente. Además, cuenta que cuando los daños materiales del vehículo son, por ejemplo, 200 euros, la aseguradora no cubre el estar dos meses de baja con un daño material tan bajo. “¿Cómo es posible que un daño material tan bajo haya causado un daño personal tan alto? El nexo causal desaparece, entonces la compañía no paga y ahí es cuando hay que reclamar con un forense, abogados… y en esos casos la gente se echa para atrás porque tienes que adelantar dinero; en estos casos sí que sigue hacia delate aquel que tiene realmente un daño”, remarca.

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En cuanto a los seguros de hogar, indica que el fraude generalmente se basa en añadir cosas que realmente no faltan, por ejemplo, cuando hay un robo. “ No hay forma de constatar que había o no había ciertas cosas porque la factura de un ordenador de 2.500 euros seguramente la tengas, pero de una chaqueta de 90 euros no, y eso ninguna aseguradora te lo va a a pedir”, explica.

Por se cada vez más habituales este tipo de delitos, González cuenta que hay compañías que incentivan tanto a peritos como a agentes por detectar un fraude. “Hay compañías que te pagan el 10% del coste de lo que les hubiera costado asumir la estafa, pero claro, siempre hay que probar que es un fraude, no vale con decirlo, hay que tener hechos que lo demuestren”, indica.