La historia de Tango pone el contrapunto alegre estos días para los integrantes de Asoaya. En las últimas semanas los vecinos se lo encontraban merodeando cerca del frontón Mimetiz de Zalla. Completamente negro, cariñoso, buscaba el contacto con las personas. Ese carácter dócil posiblemente le convirtiera en el blanco fácil de los desaprensivos. Sufrió una agresión que obligó a amputarle parte del rabo, le tiraron petardos...

“Se dejaba coger. No podía quedarse ahí en la calle, estábamos muy preocupados por que le ocurriera algo todavía más grave, todo el mundo sabía dónde estaba. Además, venía la fiesta de Halloween”, relatan en la protectora.

Era tan “conocido en el pueblo entero” que los niños se volcaron en su cuidado: “estaban como locos con él, con su paga le compraban la mejor lata de comida, le construyeron una casa con cajas y un paraguas, llenaron Zalla de carteles para encontrarle un hogar”.

Cuando Asoaya publicó través de sus redes sociales la situación de Tango, la difusión del mensaje trascendió Enkarterri. “Se enteró todo Bilbao, estamos en un grupo de protectoras y una señora de Pacma con muchos seguidores lo difundió, no se pueden imaginar la cantidad de gente que nos llamó para preguntar por él”.

Tango por fin halló un hogar. Cuando fueron a recogerle en la calle “el día que le cogimos los niños nos decían a ver si de verdad éramos de la protectora”, inquietos por lo que le pudiera suceder. Tanto él como sus dueños están felices “y queremos que los pequeños lo sepan y agradecer el cariño con el que se han mantenido pendientes de él”.

Necesidad: casas de acogida

Asoaya continúa rescatando felinos en situación de vulnerabilidad de la calle a la espera de una segunda oportunidad. “Gracias otra vez” a quienes responden al llamamiento. Sin embargo, “necesitamos más casas de acogida”.