Al sonido del motor, los gatos empiezan a emerger como por arte de magia. “Ya nos identifican”, certifican los cuidadores y cuidadoras de Asoaya. Y viceversa. Enseguida advierten si falta alguno. Si no acuden un día “ya no vuelven”. Malas noticias y preocupantes, a tenor de los acontecimientos en La Herrera que ha denunciado la protectora de animales de Enkarterri. A la muerte de una gata se unen desapariciones “incluso de camadas” y malos tratos. Por ello, solicitan más implicación por parte del Ayuntamiento de Zalla, “responsable” de la gestión de esta colonia felina, que la más numerosa de la localidad y refuerzo del control de la Policía Municipal para asegurarse, por ejemplo de que los perros vayan atados, cumpliendo la indicación de un cartel próximo, y que señalice la posible presencia de gatos para evitar atropellos por parte de ciclistas que frecuentan el bidegorri del área recreativa de Bolunburu y de coches.

Quienes dan de comer a la treintena de gatos del entorno apuntan en una sola dirección como causa: “la misma persona con la que hemos tenido problemas desde el principio”. De hecho, uno de ellos presenció desde un vehículo cómo “el señor vino con un perro atado y cuando llegó a la altura de los gatos lo soltó, una gata le bufó intentando defenderse y entonces la mató de una patada en la cabeza; después, la cogió y la metió en un cesto”. Las fotografías y el testimonio del testigo son la base de la denuncia que ya ha interpuesto la protectora, impotente. Y es que “a seis gatos les han amputado las patas, también los han envenenado...”, relatan sin poder esconder su disgusto.

Ayuda para esterilizar

Desde su creación en 2015, Asoaya alimenta a esta y otras colonias callejeras del municipio. En La Herrera “abandonan gatos” y esterilizarlos a todos requiere “gente y tiempo: necesitamos voluntariado”.