No hay duda de que el perro es el mejor amigo del hombre, pero es que, además de amigo, puede llegar a ser mucho más que eso. Su utilización como recurso terapéutico es cada vez más común para mejorar las funciones físicas, cognitivas, emocionales y relacionales de las personas. Varios municipios vizcainos como Portugalete han probado los beneficios de estas terapias asistidas. Medio centenar de mayores jarrilleros de los centros de día ya comprobaron el pasado año cómo los perros podían ayudar a activarles, tanto física como mentalmente, y cómo les ofrecían una mayor cantidad de estímulos sensoriales.

Sin embargo, los perros no son los únicos animales que ayudan en estas terapias. En el año 2017 la Fundación Uribarren Abaroa puso en marcha un programa pionero basado en la utilización terapéutica de las aves, desarrollando y experimentando diferentes tipos de terapia con ellas. Para ello cuentan con la colaboración de una cotorra Aratinga Jandaya llamada Katali y una cacatúa alba que responde al nombre de Gertrudis.

Además de aves y perros, hay otro animal que es un gran aliado en estas terapias: el caballo. “Ya de por sí ellos pueden aportar un montón de beneficios, simplemente siendo caballos. Tienen una manera de moverse con la que transmiten impulsos rítmicos a la columna o a la pelvis y es muy beneficioso, tanto porque puede regular el tono muscular como la coordinación. Además, ese movimiento favorece la relajación a nivel emocional. Además, al ser un movimiento tridimensional es una biomecánica súper parecida a la que tenemos nosotros andando entonces se logra esa sensación de caminar. También por su temperatura corporal, que es bastante alta, ayuda a destensar los músculos y a relajarse”, explica Anna Campo, psicóloga y fundadora de Zaldileku, el centro de terapias ecuestres ubicado en Urdúliz.

En Zaldileku trabajan de manera conjunta Campo y Lucía Amas, técnicos de actividades ecuestres, acompañando a niños y adolescentes con diversidad funcional y con dificultades tanto a nivel emocional como conductual en su desarrollo con el objetivo de mejorar su calidad de vida. “Es una terapia complementaria para los peques porque todos los que acuden a la terapia asistida con los caballos también van a consulta con otros profesionales, como por ejemplo a servicios de atención temprana cuando son más pequeños”, explica Campo. De esta manera, trabajan en equipo con otros profesionales. Lo que les da la posibilidad de plantear lineas similares de trabajo para enfocar objetivos parecidos. “Es terapia pero al aire libre, salir del contexto terapéutico entre cuatro paredes es muy beneficioso para los peques porque siguen en terapia pero sin darse cuenta y eso favorece la participación y la espontaneidad”, matiza.

En este sentido, basan las terapias, dirigidas a niños de entre 2 y 16 años de los que el 90% tienen autismo, sobre todo, en cuatro áreas: a nivel cognitivo, conductual, a nivel emocional y a nivel social. Y para ello, trabajan con cuatro caballos: Filipino, Rofo, Oreo y Annubis. “Aunque les llamamos caballos, en realidad son ponis grandes”, matiza Campo. Estos cuatro compañeros de trabajo han sido elegidos en base a la edad, la morfología y el carácter y Campo destaca que le dan “mucha importancia al vínculo afectivo de los peques con el caballo”, por lo que, “en función de lo que les conocemos a ellos y a los caballos, seleccionamos con cuál van a estar mejor en terapia”.

Enaitz es uno de los niños con autismo que acude a Zaldileku, y lo hace desde hace tres años. Su ama, Virginia Donoso, cuenta que decidieron apuntarle a terapia con caballos porque les gusta “tenerle bastante motivado”. Aunque empezaron probando musicoterapia, esta no resultó ser del agrado de Enaitz, por lo que siguieron buscando con una actividad que encajara con él y, “por suerte”, dieron con Zaldileku. “No sé concretamente qué beneficios ha dado pero sí hemos visto que en las rutinas ha mejorado mucho y se ha vuelto más cariñoso”, explica Donoso. “Nunca habíamos probado con animales y nos sorprendió gratamente porque nunca le habían llamado la atención. Así como a otro crío un perrito o un gatito le puede gustar, este pasaba completamente y ahora tras empezar con esto les hace más caso, incluso les acaricia”, señala. Aunque eso sí, “tienen que ser animales grandes”, matiza.

Otra de las niñas que acude a estas terapias es Mireya, que tiene una multidiscapacidad, por la que tiene sordera y dificultades en el habla y según afirma su ama, Verónica Sevilla, desde que acude a Zaldileku los beneficios han sido numerosos. “La autoestima le ha subido muchísimo, ha ganado confianza en ella misma porque se da cuenta de que ella puede hacer lo mismo que otras personas”, señala. Además, indica que la concentración y el equilibrio también le han mejorado.

Verónica asegura que Mireya se reta a sí misma cuando va a Zaldileku porque sabe que el caballo no habla lengua de signos, por lo que tiene que buscar la manera de que el caballo le entienda. “Ha aprendido, a su manera, a decir el nombre del caballo, a decir so y arre. Emite más sonidos estando encima del caballo que lo que emite muchas veces estando con una persona”, confiesa.

Los animales

Perros

Los más habituales. Las terapias con perros son las más habituales, tanto con niños como con mayores. Estas terapias ayudan a mejorar las funciones físicas, cognitivas, emocionales y relacionales de las personas tratadas.

Caballos

Múltiples beneficios. Utilizar a caballos en terapia asistida supone conseguir grandes beneficios ya que su movimiento rítmico y también el calor que desprenden, suponen grandes mejoras tanto a nivel físico como emocional.

Cacatúas

Pioneros. La Fundación Uribarren Auzoa, en Lekeitio, puso en marcha en 2017 una terapia asistida con aves para mayores.