El municipio arratiarra de Lemoa conmemoró ayer el 50º aniversario de la creación de su ikastola donde se empezaron a impartir clases en euskera –de manera clandestina– en el invierno de 1973 en un local anexo a la iglesia. El sencillo acto, impulsado por el Ayuntamiento, tuvo lugar a las 19.00 horas en la Casa de Cultura Kotxepin y contó con la presencia de la andereño de aquella escuela, Nerea Atutxa, la alcaldesa de la localidad, Esther Iturrioz, la viceconsejera de Educación del Gobierno vasco, Begoña Pedrosa, además de decenas de alumnas y alumnos junto a las madres y padres que se implicaron con aquel proyecto educativo.

A través de esta iniciativa, Lemoa ha querido poner en valor el voluntariado de la sociedad de aquella época, el compromiso con el euskera y la implicación de las madres y los padres con el itinerario educativo de sus hijas e hijos durante este periodo del franquismo, lo que suponía, además, dar soporte a un proyecto clandestino. “La búsqueda de un sistema educativo propio a través del bien común nos ha unido varias veces en nuestra historia” destacó, al respecto, Esther Iturrioz, alcaldesa de Lemoa y, a su vez, profesora de profesión.

De manera paralela, el acto sirvió para repasar la evolución del sistema educativo de la localidad partiendo desde las escuelas de barriada a la escuela pública de hoy en día. “Vemos la primera ikastola como el eslabón entre las escuelas de barriada de principios de siglo y la escuela actual”, apuntó Iturrioz mientras que la viceconsejera de Educación, Begoña Pedrosa, añadió que “uno de los mayores avances de nuestra sociedad han sido la escuela pública vasca y las ikastolas”, poniendo además énfasis en que “el movimiento de las ikastolas permitió la pervivencia del euskera”.

Fotografía de familia de las personas asistentes al acto celebrado ayer en Lemoa. Lemoako Udala

La evolución del sistema educativo en Lemoa tiene como origen las denominadas escuelas de barrio que surgieron en los años 20 del siglo pasado; en este caso en Arraño, y que contribuyeron a reducir el analfabetismo, instaurar la educación en euskera y abrir los núcleos rurales al conocimiento. “Este movimiento también estuvo marcado por el auzolana y la implicación de las familias, que incluso cedían terrenos para construir las escuelas”, explicó Iturrioz. Sin embargo, a partir de 1937, el régimen franquista estableció un sistema educativo supeditado a su ideología. No obstante, a principios de los 60 empezaron a surgir pequeñas ikastolas, sin ningún tipo de licencia o carácter legal: en Bilbao en 1958, en Hernani, Pasaia y Andoain en 1961 o en Elgoibar, Irun y Deusto en 1962.

Andereño Nerea Atutxa

Ese movimiento a favor de una educación en euskera llegó a Lemoa en 1973 de la mano y a iniciativa del sacerdote de la localidad, José Luis, que propuso a la joven vecina Nerea Atutxa ser la profesora. Eso sí, con unas directrices muy claras respecto a su función ante una posible visita de la Guardia Civil: debería explicar que se trataba de una clase de educación religiosa, catequesis en euskera. Tras recibir el consentimiento de su madre y de su padre, Nerea aceptó el reto y cumplió 19 años durante ese primer curso escolar. Recuerda que la Guardia Civil se personó en la escuela hasta en dos ocasiones. “Me preguntaron qué estaba haciendo y les dije que estaba dando catequesis”, rememoró ayer. El local de la ikastola fue cedido por la parroquia, pero el sueldo de la profesora, el acondicionamiento del local y los materiales corrían a cuenta de las familias. “No eran muchos materiales. Se buscaba ser eficiente, ahorrar. Al principio tampoco teníamos Seguridad Social. Al año siguiente, que hacíamos ya mañana y tarde, empezamos con un seguro”. Al igual que Lemoa, otros pueblos de Arratia contaban con centros similares. “Todos éramos parte de Euskal Katekesia: Bedia, Lemoa, Artea, Igorre, Zeberio… y nos reuníamos en Igorre. Asistíamos a cursos de formación porque casi todas y todos carecíamos de título”, expresaba.

Un momento de la intervención de la alcaldesa de Lemoa, Esther Iturrioz. L.U.

Y aquella ikastola donde, como relató Nerea Atutxa, “existía un compromiso especial ya que las madres y los padres eran como amigos y era como estar educando a las hijas e hijos de mis amigas y amigos” estuvo en funcionamiento en Lemoa hasta que el Gobierno vasco apostó por unificarla con la actual escuela pública J.B. Eguzkiza Meabe, que hasta entonces había funcionado como escuela, con clases únicamente en castellano. Los primeros alumnos entraron en el curso 1981-1982.