No es un simple teatro. La página web de Lamiako Maskarada es así de contundente. Así tiene que serlo, ciertamente. “El objetivo principal es contar nuestra historia, nuestra cultura, acercarnos a nuestras raíces”, añade el portal desde las entrañas de quienes hacen posible este espectáculo que, en efecto, no es un simple teatro.

Desde luego, no lo es en lo sentimental, porque el barrio de Leioa siente la Maskarada como propia. Como algo único a lo que sus vecinos dan vida desde hace 45 años. Arkaitz Correa y Arene Albizu están a los mandos de una organización nutrida de savia nueva. Hay relevo. Hay nuevas generaciones implicadas. Eso ya lo dice todo. Y más aún: los pequeños espectadores se cuentan por decenas. Son muchísimas las familias que salen a la calle con sus hijos para ver la Maskarada. Su Maskarada. No es un simple teatro tampoco en el desarrollo. Hay una historia, hay personajes; hay máscaras, canciones y bailes y hasta fuego en la noche. Pero, sobre todo, hay trabajo detrás: con ensayos, con papeleos, con adecuación y arreglo de trajes, caretas… Y todo ello sale a relucir en un único día: el último viernes de mayo. Siempre mirando al cielo deseando, rogando, que la lluvia no se sume a la fiesta (¡menudo calor ayer al sol!). Sí, es una auténtica fiesta identitaria, que, para más inri, es el pistoletazo de salida para San Máximo, las celebraciones de Lamiako que impregnan el fin de semana de romerías, verbena, concursos, deporte rural…

Maiatza y Prudentzia, en la segunda parte de la Maskarada.

Todo en Lamiako. En la fiesta. En las raíces. En la mitología. “Para nosotros, hoy es un no parar”, admitía Arkaitz, incansable, feliz. “Es algo muy nuestro que tenemos que cuidar”, destacaba Andoni, uno de los vecinos de Lamiako que participó ayer en esta representación que se mira y admira también desde los balcones. “Este es el germen de nuestro barrio”, aseveró Rosana.

La escenificación

El relato de Prudentzia, la joven que se convirtió en lamia, se escenificó, como siempre desde 1979, en tres actos diferentes: el primero comenzó a las 17.30 horas. En el cruce de la calle Langileria con la subida a Gaztelueta, la fanfarria, el cuerno, los gigantes y una cadeneta compuesta por el pueblo y encabezada por el personaje mitológico Maiatza recorrió el barrio anunciando el comienzo de la Maskarada a los sones de la lamiadantza. En el itinerario les acompañó a todos Prudentzia, la cual pregunta por su hijo perdido. En segundo lugar, a las 18.00 horas, se hizo una presentación de los personajes mitológicos que, uno a uno, fueron recogidos por sus amos o deidades superiores, Mari y Sugaar, para incorporarse a la Maskarada y ser invitados al akelarre posterior. Y es que Mari estaba sentada junto a la escultura de la lamia mientras Sugaar peinaba su cabellera. Después de tres toques de cuerno, la pareja dejó su faena y bailaron Udagorri a los sones del txistu.

Las cadenetas forman parte de la representación.

Finalmente, sobre las 22.30 horas, todos los elementos se interrelacionaron creando un ambiente de fiesta incomparable alrededor del fuego donde participaron todos los personajes aparecidos hasta el momento. Es el clímax, con las llamas, de una función genuina de Lamiako en un viernes, el día en que preferentemente se reúnen los brujos o aztiak y las brujas o sorgiñak para celebrar akelarres. A la luz de la luna y en las encrucijadas de los caminos se queman objetos mágicos pertenecientes a personas embrujadas.