Toda localidad con frente de agua ha estado obligada históricamente a ocupar el espacio líquido por la necesidad de crecer urbanísticamente hablando. Buen ejemplo son los miles de metros cuadrados invadidos en el último medio siglo por los muelles de la Autoridad Portuaria de Bilbao entre Zierbena y Santurtzi.

Pero no es la primera vez que este último municipio invadió la costa natural. Prueba de ello es la imagen superior tomada en los últimos años del siglo XIX, donde se observa como la actividad de los arrantzales alcanzaba hasta la parte trasera del templo principal de Santurtzi, durante siglos la iglesia dedicada a San Jorge, el santo de quien, por extensión, el municipio adquiriría su nombre in hilo tempore.

Entonces la marea alta azotaba los precarios muelles habilitados y solo el dique construido en forma curvada protegía los días de maretones a las txalupas y puqueñas barcas, además de a la iglesia. El resto de la línea de costa alcanzaba, por la izquierda de la imagen, casi a lo que hoy es el frente de edificios residenciales de la avenida Murrieta, mientras que por la derecha, las casas que se asomaban al mar, estaban levantadas aproximadamente donde en la actualidad se ubica la peatonalizada calle Sabino Arana. Conformaba el conjunto una pequeña concha natural, conocida como El Pedregal, por los arrecifes planos de su cercano fondo marino.

Y ¿cual fue la razón que llevó a crecer al Santurtzi terrenal sobre el marítimo? Pues necesidades metropolitanas ya en aquellos años a caballo entre los siglos XIX y XX. Las obras de encauzamiento de la ría y la mejora de su navegabilidad, para que cada vez mercantes más grandes arribaran a Bilbao, supuso la construcción del muelle de hierro y eliminar así la perniciosa barra del fondo marino de Portugalete.

La construcción del muelle de abrigo del rompeolas y la llegada del ferrocarril, que se preveía en pocos años, llevó a alinear el frente costero en Santurtzi descargando toneladas de arena y piedra lo que supuso la desaparición de la concha natural mencionada.

Los rellenos se ejecutaron en diferentes fases. La primera se inició en marzo de 1904 cuando se procedió a enterrar el antuzano o parte trasera del templo y desapareció para siempre la rampa y el dique curvado.

Entre 1906 y 1907 se construyó otro dique, este mucho más largo, desde la zona de Peñota y que llegó hasta el rompeolas, encerrando un gran espacio de frente natural. Es en este gran hueco que quedó cuando comenzó la segunda fase de relleno en 1906, con una media de depósito de 6.000 m3 al día que ocuparon un tramo de más de 1.200 metros de longitud entre la playa de Portugalete y la punta de La Llana de Santurtzi. En esta intervención se incluyó el nuevo puerto pesquero finiquitado en 1912. Finalizó la labor de relleno con la ocupación del espacio entre la mencionada punta de La Llana y el rompeolas a lo largo de otros casi 1.300 metros de costa natural. Se había avanzado casi 200 metros en dirección al mar adelantando la línea de costa y dejando una gran superficie de varias hectáreas como terreno virgen.

La extensión primeramente colonizada fue la zona más cercana al Ayuntamiento, inaugurado también en 1905, y la iglesia de San Jorge. Las decenas de escuálidos árboles plantados poco antes de que el fotógrafo tomara la instantánea de la izquierda fueron el avance de lo que pocos años después constituiría el parque central. El primer espacio verde urbano plantó un gran número de especies arbóreas poco usuales llegadas de rincones tan lejanos como California, Japón y África. Fue en el verano de 1917 cuando los santurtziarras estrenaron el coqueto parque que un año después albergaría un kiosko para tocar la banda municipal de música.

Después vendría la creación del primer muelle de atraque del puerto industrial en la villa cerca del rompeolas. Tuvo 640 metros de largo y un ancho hacia el interior de 180 metros, extensión donde se instalaron grúas para carga y descarga de mercantes y tinglados para guarecer las mercancías. A partir de entonces, Santurtzi y puerto son casi palabras sinónimas en Bizkaia.

Virado a sepia

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