El pasado viernes se cumplían 39 años desde que Marga Oregui se hizo cargo del negocio de tejidos que lleva su nombre en Durango, ubicado en la calle Montevideo. Con cariño recuerda aquel 3 de diciembre de 1983 cuando aceptó el traspaso y se hizo cargo del emblemático negocio que en ese momento estaba en Barrenkale. A finales de este mes, llegará el momento de decir adiós y dejar lo que ha sido su vida durante las últimas cuatro décadas. “Me da pena y todo el hecho de tener que jubilarme y traspasar la tienda. Ahora tendré tiempo para ir al gimnasio y a andar con las amigas, lo que no he podido hacer nunca; toca cambiar el chip”, asegura consciente de que le costará hacerse a su nueva vida.

Fue hace una década cuando Tejidos Marga se asentó en la avenida Montevideo, enfrente de la escuela de la música. Primero se ubicó en Barrenkale para posteriormente trasladarse a la plaza de Santa Ana y terminar donde se encuentra hoy el comercio. Echando la vista atrás, Marga reconoce que las ganas de poder regentar su propio negocio y su pasión por este mundo fueron decisivas para aceptar el reto. “No tuve mucho tiempo para pensármelo y acepté rápidamente. Tuve la ayuda de mis amigas que me animaron en todo momento y desde el principio estuve muy bien arropada; no me arrepiento de la decisión tomada”, afirma.

Durante todos estos años, Marga ha contado con una clientela muy fiel. En este sentido, agradece especialmente a aquellas personas que “han estado toda la vida viniendo a la tienda”. A la hora de dar respuesta a las demandas de los clientes deja claro que “a veces hay que tener paciencia, pero es lo que toca cuando llevas una tienda; te tiene que gustar lo que haces. Hay gente muy maja. Otros, en cambio, son un poco impacientes”, reconoce entre risas.

Mucha afición

“Agradezco a todas esas personas que han estado viniendo toda la vida a comprar a la tienda”

Marga Oregui - Comerciante

Con cuatro décadas de trayectoria, Tejidos Marga ha sabido evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos. Muestra de ello es que, además de ofrecer la venta de textil y mercería, el establecimiento ha ofrecido una amplia variedad de talleres de trabajos textiles: artesanía textil, corte y confección, y patchwork -técnica que consiste confeccionar piezas uniendo fragmentos de telas de diferentes tipos-. “Llevamos muchos años impartiendo estas clases porque hay mucha afición. Al final tienes que amoldarte a lo que la gente pide y evolucionar día a día. Con la pandemia tuvimos que parar, pero después volvimos a retomarlo con muy buena respuesta”, comenta Oregui.

Otra de las grandes especialidades del negocio durangarra han sido los disfraces. Por ello, tanto en las fiestas de la villa como en carnavales el tránsito de personas por la tienda ha llegado a ser incluso estresante. Con numerosas opciones, el establecimiento siempre ha abierto las puertas a un mundo de fantasía e imaginación donde todos los disfraces han tenido cabida. “En Durango hay mucha tradición de disfrazarse y en esas fechas siempre hemos tenido movimiento. Lo hemos pasado muy bien y por la tienda pasaban clientes de todas las edades”, recuerda con cierta nostalgia.

Consciente de que en poco tiempo ya no volverá a subir la persiana de su negocio, Marga quiere tener un detalle con toda esa clientela que se ha asomado a su tienda durante todos estos años. Por ello, está aplicando un 2x1 en las compras y premia a sus clientes con diferentes regalos. Entre los planes de Marga se encuentra traspasar el establecimiento a finales de mes, aunque todavía no ha cerrado un acuerdo definitivo por lo que la responsable anima a coger el testigo. En este sentido, comenta entre risas como “el año pasado hicimos un lunch de despedida y traje unos músicos a tocar porque traspasábamos la tienda, pero finalmente la chica interesada se echó para atrás y aquí seguimos, pero esta vez me jubilo seguro”.

Ahora Marga cuenta las horas que le quedan para despedirse de su querido comercio, mientras espera la llamada de alguien que quiera hacerse cargo de este emblemático establecimiento de Durango.