“No solo por el nivel del alumnado, sino también por el de los profesores y el sitio, es, seguramente, uno de los cursos de verano más potentes” de ámbito estatal, dice Adrián Martínez. La satisfacción que comparte el coordinador de las clases y conciertos que se desarrollan en Balmaseda se traduce en el crecimiento del número de asistentes, “casi el doble” que la primera edición el año pasado. Durante el fin de semana, el equipo docente y los estudiantes mostrarán al público que asista a los conciertos que ofrecerán mañana viernes en el Klaret Antzokia a las 13.00 y 19.30 horas y el domingo a las 13.00 horas cómo armoniza esta melodía.

Los jóvenes observan tocar a Aitzol Iturriagagoitia.

Desde Euskadi, Valencia, Badajoz, Granada, Barcelona e incluso Dinamarca, 27 músicos con edades comprendidas entre los 16 y los 26 años aprenden viola, violonchelo, violín y piano con Laure Marie Gaudron, Aitzol Iturriagagoitia, Pablo Suárez y Aldo Mata, referentes de centros como Musikene y el Reina Sofía de Madrid, entre otros. Un rango de edades en el que las clases sirven de “puerta de entrada a los que están a punto de realizar pruebas para acceder a una carrera y a quienes ya la han finalizado y afrontan procesos de selección, por ejemplo, para entrar en trabajos”. En el curso se imparten clases “individuales y grupales”, de música de cámara con un profesor especialista. En las lecciones y las actuaciones que ofrecen estos días “en el caso de la gente joven y los adultos es lo mismo: importa la música y si lo tienes en cuenta todo igual, aunque el mundo te va poniendo pruebas, aquí está la principal lección”, se sincera, hablando sobre lo complicado de jugarse el futuro académico o profesional en audiciones de apenas unos minutos. En este sentido, cursos como el de Balmaseda ayudan a las jóvenes promesas a practicar y templar los nervios. Además del aliciente de ver tocar y aprender a “personas a las que admiran”.

Pablo Suárez, durante su actuación.

Después de un ajetreado año “se toman el curso casi como unas vacaciones” porque aquí desaparece la presión de los exámenes y las notas. Dado el límite de plazas buscando un ambiente familiar “hemos intentado incentivar que venga gente nueva con respecto al año pasado”. Solo el 20% del alumnado ya probó la experiencia en 2021. “Cada uno se especializa en su propio instrumento”, detalla.

El entorno realza el programa. Cuando vieron “que un palacio como Horkasitas se convierte en su aula, que el Klaret Antzokia es precioso y que hay una acústica excelente... alucinaron”. La misma sensación que les produjo admirar el patrimonio de Balmaseda. Al terminar el programa lectivo aprovechan para recorrer el casco histórico, “planean rutas o se sientan a tomar algo en la plaza de San Severino”. Parte del alumnado pernocta gratis en el albergue municipal, el equipo docente y otros estudiantes, en el hotel San Roque, que “les ofrece precios especiales”. Muchos de los que viven lejos se han desplazado a Balmaseda con familiares que, así podrán asistir a los conciertos.

Por suerte, se han librado de la última ola de calor. Músicos e instrumentos, porque las temperaturas extremas pueden “abrir o cerrar la madera y ejercer más o menos presión”.