Un total de 69 menores saharauis pasarán este verano en Bizkaia, aunque llegarán algo más tarde de lo previsto. De hecho, se les esperaba desde el pasado 28 de junio y se estima que aterrizarán en Loiu dentro de una semana. La demora se debe al retraso de la publicación en el BOE de la autorización pertinente. Un contratiempo que ha generado “incertidumbre y nervios” a las 45 familias acogedoras, entre otras “complicaciones”.

“Según iban pasando los días y seguía sin publicarse en el BOE, nos estábamos preocupando cada vez más porque no era algo normal y temíamos que no pudieran venir. Al final se ha quedado en un retraso, no sabemos debido a qué, aunque nos ha generado ciertas complicaciones”, explica Mikel del Arco, coordinador en Bizkaia del programa Oporrak Bakean, que se retoma tras dos años de parón por la pandemia.

Cambios en los planes familiares

Con los brazos abiertos, las familias han estado esperando a unos menores que no acababan de llegar. “Las familias tenían planes de vacaciones, les habían inscrito a campamentos de verano... Les ha generado incertidumbre en los planes familiares”, resalta. De hecho, en muchos de estos hogares acogerán a niños y niñas por primera vez y “todo este tipo de retrasos generan ciertos nervios, pero también veo mucha ilusión y muchas ganas. Están esperando expectantes a que los menores aterricen ya en Loiu”, señala. 

"Las familias tenían planes de vacaciones, les habían inscrito a campamentos... El retraso les ha generado incertidumbre"

Mikel del Arco - Coordinador de Oporrak Bakean en Bizkaia

“Aliviado” porque el primer escollo ya está salvado, Mikel no puede precisar el día en que llegarán los menores. “Estábamos esperando a que se publicara en el BOE para acabar de gestionar el tema de los visados y concretar una fecha con la aerolínea. Este era el paso que nos estaba frenando. Como no está en nuestras manos y pueden surgir complicaciones, no me atrevo a decir una fecha exacta, pero espero que sobre el día 8, en una semana, puedan estar los niños aquí”, explica. Ese es, al menos, “el objetivo”. Su estancia se prolongará “hasta finales de agosto”.

24 se alojarán en albergues

De los 69 menores que disfrutarán del verano en Bizkaia, 45 lo harán acogidos en familias repartidas por diferentes municipios y 24 se alojarán en sendos albergues. En este último caso la demora en la publicación en el BOE del permiso oportuno también ha traído consecuencias. 

“En la ONG Río de Oro Durangaldea, de la que soy coordinador, gestionamos la acogida de diez menores saharauis con diversidad funcional en un albergue en Izurza. Pasan alrededor de 80 o 90 voluntarios y voluntarias durante el verano en turnos de una semana. Gestionar estos turnos ha sido muy complicado y ha habido que cancelar algunos por este retraso también”, lamenta Mikel. 

Con 8 años llegan agotados

La mayoría de los menores, todos procedentes de los campamentos de refugiados de Tinduf, tienen 8 años, salvo los que tienen diversidad funcional, que participan en el programa desde los 6. “Anteriormente venían un poco más mayores, con 10 u 11. Como es normal, hay nervios, cierto miedo y mucho cansancio. El viaje es muy largo, son muchísimas horas y llegan agotados. El primer día es un poco duro, pero enseguida se adaptan y encajan con la familia. Suele ser un proceso bonito, en general”, asegura el coordinador de Oporrak Bakean en Bizkaia.

Prueba de ello es que las familias acogedoras suelen “establecer un vínculo muy fuerte con el menor y la familia del menor y el contacto generalmente es bastante estrecho y se mantiene con el tiempo”. Verse las caras de nuevo en persona ya no depende de ellos. “En principio las familias acogedoras tendrán la opción de solicitar al mismo menor el año que viene. Los siguientes es algo que está por concretar, porque con el tema de la pandemia se ha reestructurado el programa y son decisiones que vienen también desde allí”, comenta Mikel.

60 grados en Tinduf

El programa Oporrak Bakean tiene como principal objetivo “alejar a estos menores de las duras condiciones, casi infrahumanas en verano, que se viven en los campos de refugiados de Tinduf, donde las temperaturas pueden alcanzar los 55 o 60 grados. Es inhumano y se trata de alejarles en esta época tan dura de allí”, explica el coordinador en Bizkaia. 

Por otra parte, durante su estancia se les presta asistencia sanitaria. “Se aprovechan estas vacaciones para hacerles ciertas revisiones y abordar pequeñas cosas que puedan tener en cuanto a visión, analíticas, anemias…”, detalla Mikel. También se cuida especialmente su alimentación. “Allí hay muchas carencias alimenticias. Se trata de que aquí en dos meses cojan fuerzas para afrontar allí el invierno”, señala y apunta, como último objetivo, “el intercambio cultural, venir aquí, conocer otro mundo, ampliar un poco el horizonte”.